La impotente realidad de un Guardia Civil tras sufrir el ataque de un delincuente

Se cumplen seis años desde que Román David quedara tetrapléjico tras un disparo recibido en acto de servicio 

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La impotente realidad de un Guardia Civil tras sufrir un ataque por un delincuente

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Han pasado ya seis años. Fue el 22 de septiembre de 2013 cuando a Román David le cambió la vida por completo. Un guardia civil que quedó parapléjico tras recibir un disparo en el cuello durante un atraco que se produjo en el Mercadona de la localidad toledana de Yuncos.

Su vida cambió pero en su localidad y en la provincia de Toledo nadie olvida su caso, que sirve también para reconocer la impagable tarea que realiza día a día la Benemérita. Han sido numerosas las carreras que se han realizado en su honor y a beneficio de los lesionados medulares. Y es que su recuperación la llevó a cabo en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledodonde recuperó la movilidad del brazo izquierdo, que había quedado inutilizado tras el disparo. No podía ni mover los dedos de la mano. 

Ahora vive con sus padres, en Villasequilla, donde nacieron él y su familia. A consecuencia de su paraplejia, se le reconoció una invalidez del 84%. Desde 2016 es pensionista. Una vida que se vio truncada, pero de la que Román David sale adelante, aunque cueste: “Es duro porque cuando salí del hospital tras nueve meses de ingreso, te enseñan a ser lo más independiente posible, pero después es cuando te enfrentas a la realidad, a la que te tienes que adaptar. Para mí el deporte fue un aliciente para mantener la mente despejada y conseguir más agilidad.”

Nuestro protagonista necesitó mucha ayuda para salir adelante, especialmente de sus compañeros del cuerpo: “Recibía visitas diarias de ellos, incluso crearon una página en Facebook para que gente de toda España me apoyara. Fue muy emocionante la cantidad de apoyos que me mandaron. Algunos me llamaban héroe, cuando lo único que hice fue cumplir con mi deber.”

Antes de iniciar el periodo de rehabilitación, Román David estuvo un mes y medio en coma. Al despertar, ya intuía lo que se le avecinaba: “Al despertar, comprobé que no tenía sensibilidad en las piernas, no podía mover el brazo izquierdo y apenas articulaba palabra. En esos momentos estaba completamente desinformado, ya que había que esperar a que la médula se desinflamara. Pero mis padres tenían cara de preocupación. Yo lo pasé muy mal, sobre todo al ver como pasaban los meses y yo no avanzaba. Era consciente de que las piernas no las iba a recuperar.”

Por ello, Román se centró en recuperar su mano izquierda, pese a que el pronóstico de los especialistas no era bueno: “Luché mucho por recuperarlo. Los dolores eran insoportables cuando acudía al fisio, pero aguantaba. Tenía esperanzas en recuperar la mano deformada. Al final lo conseguí. El neurólogo pensaba que ya no se podía hacer nada, y al comprobar mi movilidad, se quedó helado.”

De cara al futuro, se muestra confiado en mejora su situación, gracias a los avances científicos: “Confío mucho en la ciencia. En Suiza por ejemplo experimentaron con tres personas tetrapléjicas durante cinco años y al final lograron caminar. A mí francamente me interesa más poder controlar los esfínteres, ya que no los siento. Con eso me conformaría. Me facilitaría mucho la vida.”

Román no tiene apenas tiempo para mirar atrás, pero reconoce que le resultaría complicado perdonar a quien le disparó: “Es difícil perdonar. Si le tuviera enfrente, le preguntaría por qué lo hizo. Tenía la opción de pedirme que me tirara al suelo o me disparaba. Disponía de tiempo para hacerlo.”

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