Carta del arzobispo de Barcelona: «Tres verbos para esta Cuaresma»

En esta Cuaresma que acabamos de iniciar, Juan José Omella nos invita a reflexionar sobre los verbos volver, mirar y amar y a estar más atentos a la Palabra de Dios

juanjoseomella

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El miércoles pasado, con el rito de la imposición de la ceniza, iniciábamos el tiempo de Cuaresma. Este tiempo litúrgico es un itinerario de cuarenta días en el que podemos experimentar, de una manera especial, que Dios nos ama. Él siempre nos está buscando y no deja de hacerlo hasta que nos encuentra. Ojalá que estos días escuchemos la voz de Dios que nos pide: «Convertíos a mí de todo corazón.» (Jl 2,12).

En esta Cuaresma quisiera invitaros a reflexionar sobre tres verbos que nos pueden acompañar durante este camino que lleva a la Pascua. Estos verbos son: volver, mirar y amar.

Volver: en el Antiguo Testamento, cuando se habla de la conversión se suele utilizar una palabra hebrea que significa «volver». Este verbo lo encontramos en un precioso texto del segundo capítulo del libro del profeta Oseas. Oseas explica que Dios ama a su pueblo apasionadamente. Sin embargo, este amor no es correspondido. Pese a esto, Dios jamás pierde la esperanza de que algún día su pueblo regresará a Él. Para ello lo invita a volver a la fe que vivió en el desierto durante el tiempo del éxodo de Egipto. También a nosotros nos puede pasar lo mismo con Dios. Él nos ama de todo corazón, pero no siempre le correspondemos. Dios nos invita a volver a Él para ofrecernos su amor y compartir con nosotros su alegría. Dios no se cansa nunca de perdonarnos.

Mirar: Dios nos invita a mirar como Jesús miraba. Solo así vemos a cada ser humano, especialmente a aquel que es más vulnerable, como un regalo para nuestra vida. Dice el profeta Samuel que el hombre ve solo lo que está delante de sus ojos y que, en cambio, el Señor mira el corazón (cf. 1Sam 16,6). Así nos contempla Jesús. Su mirada siempre va más allá de las apariencias. Él nos ve como frágiles vasijas de barro que, a través de sus grietas, dejan ver el amor de Dios.

Amar: estos días de Cuaresma podemos orar y pedir a Dios que purifique nuestro corazón para que podamos amar a los demás como lo hacía Jesús. El apóstol Pablo nos lo dice con estas bellas palabras: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo» (Flp 2,5). Los evangelistas recogen en muchas ocasiones el amor incondicional de Jesús por sus discípulos. Él les ama fielmente a pesar de sus caracteres, sus errores, sus impaciencias, sus dudas, su abandono e incluso su traición.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es un tiempo privilegiado para orar con más intensidad, para estar más atentos a la Palabra de Dios, para «ayunar» de todo aquello que nos separa de Dios y para dedicar tiempo y dinero a nuestros hermanos más necesitados. Salgamos de nosotros mismos para ir en busca de aquel que nos necesite. Roguemos a María que nos guíe en este camino cuaresmal, que ella nos anime a conocer y amar cada día más a Jesucristo, muerto y resucitado.

† Juan José Omella Omella

Cardenal arzobispo de Barcelona

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