Carta del arzobispo de Valladolid: «De nuevo, a revisión»

Luis Argüello nos recuerda en su carta pastoral la inminencia de la llegada de la Cuaresma, un tiempo que nos da la oportunidad de pasar la ITV a nuestro corazón

luisarguello

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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De nuevo, a revisión. El tiempo de Cuaresma nos da la oportunidad de pasar, podríamos decir y si se me permite el lenguaje coloquial, por una ITV del corazón. En la noche santa de la Pascua renovaremos nuestro bautismo, y el tiempo de Cuaresma nos concede la oportunidad de revisar cómo vivimos nuestra vida bautismal. En realidad, esta revisión nos conduce a situarnos ante la mirada del Señor (es Él quien quiere mirarnos de nuevo), y también ante la mirada de nuestros compañeros de camino, de nuestros hermanos. Una y otra miradas nos ayudan a caer en la cuenta de cómo va nuestra vida de hijos y de hermanos, de herederos de la vida eterna, de discípulos misioneros que salen a los caminos a anunciar el Evangelio del Reino.

Para hacer esta verificación, el mismo Jesús en el Evangelio y la gran tradición de la Iglesia nos proponen tres prácticas, tres pruebas diagnósticas, podríamos decir. Una: la oración. La oración significa decirle “sí” a Dios; la oración supone hacer un corte cotidiano para vivir ese diálogo con el Señor y dejarnos mirar por Él.

El Señor y la tradición de la Iglesia nos invitan también a la limosna; es decir, a decir “sí” a los hermanos, a examinar nuestra vida de fraternidad, a caer en la cuenta de si permanecemos indiferentes ante el dolor del otro y pasamos de largo o, por el contrario, los hermanos suponen siempre una llamada, que puede ser a la fraternidad que se hace servicio o, quizás, a la que se manifiesta como perdón.

Para poder decir con fuerza este “sí” a Dios (oración), y este “sí” a los hermanos (limosna), el Señor y la Iglesia nos proponen decir un “no”: el del Ayuno. Se trata de un ayuno corporal y concreto; un ayuno de abstinencia de carne los viernes, un ayuno de comida o de sueño, que en realidad no es sino un indicador que nos ayuda a decir “no” a otras cosas que nos separan de Dios y de los hermanos. A veces es un “no” a pantallas, a veces es un “no” a determinadas conversaciones, a veces es un “no” a algunas prácticas de nuestra vida.

La oración, el ayuno y la limosna, el coloquio entre los “síes” y el “no”, van a ayudarnos a realizar ese diagnóstico de nuestra vida bautismal y a poner el corazón a punto para renovarla en la noche santa de la Pascua. Por eso es bueno que en estos días del inicio de la Cuaresma hagamos nuestro plan. Que nuestro pequeño exceso de recogimiento, que nuestra limosna concreta, que nuestro ayuno, se sitúen en lugares y en sitios que nos dispongan a crecer en la vida de oración, a que la limosna no se reduzca al hecho de compartir unos bienes, sino a estar dispuestos a regalar tiempo y sobre todo, a ponernos a disposición del Señor para pedirle “¿qué quieres que haga?”, para tratar de hallar una respuesta vocacional que se hace entrega de la vida y limosna a los demás. No es sencillo; seguro que encontraremos resistencia y, precisamente por eso, es necesario planificar nuestro ayuno y nuestra abstinencia.

Que el tiempo de Cuaresma, queridos amigos, sea una oportunidad importante para revisar nuestra vida, para poner a punto el corazón y crecer, en la noche santa de la Pascua, en nuestra condición de hijos, hermanos y herederos; en nuestra condición de bautizados.

Santa Cuaresma.

+ Luis Argüello

Arzobispo de Valladolid

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