Carta del obispo de Astorga: «A los sacerdotes, consagrados y laicos de la diócesis de Astorga»

Jesús Fernández dedica su escrito de esta semana al Día del Seminario que la iglesia celebra el próximo 19 de marzo

jesusfernandezgonzalez

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El día 19 de marzo, cuarto domingo de Cuaresma, la Iglesia española celebra el Día del Seminario bajo el lema "Levántate y ponte en camino". La frase evoca la respuesta que la Virgen María dio a la llamada de Dios que, después de pedirle que aceptara ser madre de Jesús, le pidió que atendiera a su prima Isabel necesitada de ayuda. Como dice s. Lucás, María "se levantó y se puso en camino".

Estas llamadas podrían haber caído en saco roto si no hubieran encontrado unos oídos atentos, una voluntad obediente, unos pies peregrinos, unas manos cariñosas y serviciales como las de María. La llamada de Dios es siempre a salir al encuentro del otro para ponerse a su servicio. En este sentido, saca del egoísmo, de la comodidad, de la mediocridad, para llevar a la superación personal y al servicio desinteresado a él y a los hermanos.

En su escrito Christus Vivit (nº 284), dirigiéndose a los jóvenes que tratan de discernir su vocación, el Papa Francisco les indica que hay que practicar la escucha: "al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas ... Así está realmente disponible para acoger un llamado que rompe sus seguridades pero que lo lleva a una vida mejor ... ". La vocación es una llamada de Dios y, para descubrirla, se hace necesaria la oración, la escucha orante.

En un reciente encuentro con los seminaristas del seminario diocesano "Saint Mary' s" de Cleveland, en Ohio (EE.UU.) El Santo Padre les decía que "la escucha, el caminar juntos y el testimonio marcan el camino sinodal de la Iglesia y también su camino hacia la ordenación sacerdotal". Insistía en que la escucha, especialmente al Señor, es esencial en la formación del sacerdote y les invitaba a pasar tiempo con el Señor en la oración, "escuchándolo en silencio ante el Tabernáculo".

El Papa les invitaba también a "caminar juntos" aprovechando el tiempo de formación en el seminario para profundizar en el espíritu de comunión fraterna entre ellos, pero también con su obispo, con el presbiterio de la Iglesia local, con los fieles consagrados y laicos, con la Iglesia universal. Ciertamente, la llamada de Dios no echa gasolina a las ''máquinas destructoras" que, a la vista de todos, destruyen el edificio eclesial, ni alimenta topos que minan con nocturnidad y alevosía sus cimientos.

Finalmente, el Papa Francisco invitaba a los seminaristas norteamericanos a dar testimonio, siendo signos vivos de Jesús presente en el mundo, y hacía hincapié en la necesidad de aprovechar el tiempo de formación en el seminario para prepararse a una entrega total a Dios y a su pueblo santo, en el amor célibe y con un corazón indiviso. Terminaba diciendo que la Iglesia necesita su entusiasmo, su generosidad y su celo para mostrar a todos la cercanía de Dios.

La celebración del Día del Seminario nos ofrece la oportunidad de dar gracias a Dios y pedir por los frutos de esta institución llamada a formar sacerdotes según el corazón de Dios, al servicio de una Iglesia sinodal. Nuestra Iglesia necesita urgentemente nuevas vocaciones; oremos al dueño de la mies, por intercesión de la Sagrada Familia, que envíe obreros, mientras nos comprometemos a subrayar la perspectiva vocacional de toda pastoral, el encuentro con Jesucristo y su Palabra, la iniciación cristiana, el acompañamiento a las familias cristianas y a los jóvenes y, en fin, el fortalecimiento de las comunidades de fe, verdadero semillero vocacional. Que Dios os bendiga.

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga

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