Carta del obispo de Tarazona: «Miércoles de ceniza»

Cuando estamos a punto de comenzar la Cuaresma, Vicente Rebollo insiste en que se deben preservar nuestras tradiciones, ni nuestros valores cristianos

Vicente Rebollo

Redacción digital

Madrid - Publicado el

3 min lectura

El próximo día 22 celebraremos el Miércoles de Ceniza, día importante para los cristianos, pues comienza el tiempo de Cuaresma, el tiempo previo de preparación para la celebración de la gran fiesta del cristiano: la Pascua de Resurrección, después de celebrar durante la Semana Santa, los momentos más importantes de nuestra redención. Quizás para muchos signifique el fin de los carnavales y no les diga nada el nombre de Miércoles de Ceniza y mucho menos sepan y entiendan lo que celebramos este día.

La cultura cristiana está en retroceso, tenemos que hacer todo lo posible para seguir formando a nuestra gente y que no se pierdan ni nuestras tradiciones, ni nuestros valores cristianos. Hay una palabra clave que nos ayuda a entender todo lo que vamos a celebrar y que es conversión. Tiene su fundamento desde el instante en el que Dios quiere entrar en relación con el hombre, mostrarle su cercanía, su amor. Él es el Santo, el hombre es el pecador; para poder contactar con Dios necesitamos la conversión, dejar atrás los pecados, las inclinaciones al mal y descubrir la huella del amor de Dios en nuestro corazón y así poder dialogar con Él, sentir su presencia, su compañía continúa.

En la Biblia para hablar de conversión se usa la palabra Metanoia que significa arrepentimiento, penitencia para volver a nuestro interior y hacer que nuestro corazón cambie. La llegada de Jesús al mundo es para realizar de un modo definitivo en el corazón del hombre esa conversión, para que el hombre tenga la certeza para siempre de que Dios está con él, como nos lo expresa San Agustín, en el libro de las confesiones (III, 6, 11) “estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío“. Jesús comienza su presencia entre los hombres, haciendo una llamada a la conversión, como ya había hecho Juan Bautista, “está cerca del reino de Dios, convertíos y creed en el Evangelio” (Mc. 1,15) y añadirá “no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan“ (Lc. 15, 3-24). A lo largo de la Cuaresma iremos profundizando en la conversión y disfrutando de la misericordia de Dios.

Bautismo y Cuaresma

Este tiempo comenzó sirviendo de preparación intensiva para aquellos que querían recibir el bautismo en la vigilia Pascual, la gran fiesta el cristiano. Eran los primeros años del cristianismo, se trataba de gente adulta que se había convertido a Cristo y quería recibir el bautismo; la Cuaresma era la última etapa de su preparación. Con el tiempo, el bautismo pasó a recibirse de niños, pero el sentido bautismal de la Cuaresma permanece.

Ojalá nos ayude a que profundicemos en nuestra condición de cristianos, renueve nuestros compromisos bautismales y nos convierta en mejores seguidores de Jesús.

Comenzamos este tiempo con el gesto de la ceniza en nuestras cabezas, recordando los débiles que somos y a la vez, recibiendo la palabra de aliento “cree en el Evangelio”, que nos ayude a ser mejores creyentes.

La Cuaresma es una oportunidad de renovación, que la vivamos así.

+ Vicente Rebollo

Obispo de Tarazona

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