Carta del obispo de Tarrasa: «La Virgen María, protectora de sus hijos»

Salvador Cristau nos recuerda que la festividad de la Virgen del Carmen referencia la protección de María sobre sus hijos que buscan espacios de recogimiento y de oración

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

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El día 16 de julio, la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Carmen, una devoción especialmente unida a los marineros y a los pescadores, a los trabajadores del mar. Una devoción que, sobre todo, hace referencia a la protección de la Virgen María sobre sus hijos.

El Carmelo es una montaña que se encuentra en Tierra Santa, cerca de Haifa y del valle de Jezreel y es un lugar que está íntimamente unido a la experiencia religiosa del pueblo de Israel. Allí, según consta, residió el profeta Elías, huyendo de la persecución de las autoridades políticas y allí tuvo una intensa experiencia de Dios. Fue en aquel lugar donde combatió duramente a los falsos profetas mostrando que el verdadero Dios está cerca de su pueblo siempre que le invoca desde la sinceridad del corazón. Allí, posteriormente, se reunieron ermitaños a partir del siglo XIII y fundaron la Orden del Carmen. Después de la conquista de Tierra Santa por parte de los sarracenos aquellos primeros ermitaños tuvieron que emigrar a Europa, propagando la devoción del Carmelo, y fundando a lo largo del continente monasterios y conventos carmelitanos, tanto de hombres como de mujeres.

Según la tradición carmelitana, el 16 de julio de 1251 San Simón Stock, uno de los primeros superiores generales de la Orden Carmelitana, tuvo una experiencia de fe y la Virgen María le hizo entrega del escapulario como signo de protección sobre todos aquellos que lo llevaran. Una bonita tradición que ha arraigado en el pueblo cristiano a través de los siglos, extendida al mundo entero, y que ha sido confirmada por varios papas En definitiva, es una muestra de cómo la Virgen María es invocada como aquella Madre que está atenta a sus hijos, como buena madre, procurándoles los auxilios necesarios en medio de las tormentas y dificultades que comporta la vida del ser humano, en cualquier momento y circunstancia de historia.

De una forma u otra, esta fiesta hace referencia, especialmente, a la protección de María sobre sus hijos, que buscan, en medio de un ritmo de vida acelerado, encontrar espacios de recogimiento y de oración para reencontrarse con Dios y consigo mismos.

Esto nos debe llevar a valorar la importancia para todos nosotros de encontrar espacios de recogimiento y serenidad para nuestros corazones en medio del trasiego de la vida. Probablemente el tiempo del verano puede favorecer encontrar estos momentos. Las vacaciones pueden ser una buena oportunidad, en la medida en que nos ponen en contacto con la naturaleza y con los demás en un clima más tranquilo y sereno. Las actividades de voluntariado que se realizan durante este tiempo también nos pueden ayudar, en la medida en que favorecen el contacto con los demás y la posibilidad de sacar de nosotros lo mejor que tenemos para ayudar y servir a los hermanos.

Y estos espacios de recogimiento, de reflexión y de encuentro más tranquilo con los demás, deben ser también especialmente momentos de encuentro también con Dios. María, Nuestra Madre, nos puede ayudar siempre, porque ella es invocada por los marineros como la “Stella maris”, es decir, la estrella del mar, y como tal nos indica siempre hacia dónde debemos orientar nuestras vidas, es decir, hacia Dios y a los demás, a cada persona, y especialmente a los más necesitados.

Pido a la Virgen María, en esta advocación del Carmen, que nos proteja y nos acompañe siempre, en las travesías de nuestras vidas, y que nos ayude a saber vivir la experiencia de Dios en el recogimiento y la oración para poder experimentar su amor inmenso. Y encomiendo especialmente a la Virgen de Carmen a todas las comunidades, instituciones y grupos de nuestra diócesis que viven este espíritu del Carmelo.

+ Salvador Cristau Coll

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