El Arzobispo de Oviedo reflexiona sobre las enseñanzas de Jesús a quienes querían escucharle

Don Jesús Sanz Montes ha reflexionado sobre el Evangelio de este miércoles de Cuaresma, 4 de marzo 

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El Arzobispo de OviedoDon Jesús Sanz Montesha realizado la siguiente reflexión en Cope.es sobre el Evangelio de este miércoles, 4 de marzo.

"Paz y bien, amigos, en este camino cuaresmal. Una expresión llena de plasticidad es la que emplea hoy el Evangelio para dibujarnos la escena de Cristo con las personas que fueron a escucharle. La gente dice, “se apiñaba alrededor de Jesús y Él se puso a enseñarles”. Hablará Jesús del signo de Jonás y de como ante su predicación, Nínive se convirtió de sus extravíos y fechorías.

Pero me detengo en la primera anotación, que la gente se apiñaba para escuchar a Jesús. Es frecuente ese rasgo que suscitaba el interés ante el paso del Señor entre las muchedumbres de los distintos lugares. Sería fácil que no todos tuvieran una idéntica motivación a la hora de apiñarse en torno a Él. Van apareciendo en el Evangelio tantas personas, que con su expectativas se posicionaban ante Jesús. Quienes testimoniaban un antes y un después lleno de bien tras el encuentro con el Señor; los escépticos que le seguían con curiosidad un rato sin acabar de reconocer tanto como en Él se les daba; y quienes tenían una actitud incluso hostil y censuradora de cuanto salía de los labios y de las manos del Señor.

Así podríamos ir enumerando tantos nombres, Nicodemo y sus búsquedas, la Samaritana y la Magdalena con sus trampas y no pocas heridas, Zaqueo con su cuentas corruptas, Marta, María y Lázaro con su casa abierta, llena de cálido afecto y amistosa acogida. Otras anónimas personas que con sus cegueras, cogeras, lepras y soledades se iban encontrando con Jesús de modo inesperado e inmerecido. También los fariseos y sus intrigas, los Pilatos y sus cobardías, los Judas y sus maquinaciones inconfesadas; y finalmente María, la madre, junto con los discípulos llamados por su nombre y hasta por su mote, con toda su humanidad y todos sus limites.

¡Cuántos “piñones” en esa piña que se formaba por la gente que se agolpaba para oír a Jesús! Cada uno con su actitud de acogida, de sorpresa, de estupor ante ese acontecimiento que suponía que Dios hablaba su idioma. Comía sus menús, brindaba sus gozos y lloraba también sus penas. Y también cada uno con su prejuicio y censura, de quienes estaban continuamente examinando al Señor para ver si se ajustaba a su precio, a su pretensión o incluso a su ideología.

También hoy, y de tantos modos, estamos apiñados tu y yo, con nuestro nombre y circunstancia, en torno a Jesús y en torno a su Iglesia. Es un buen día para preguntarnos cuál es nuestra postura desde esta, nuestra circunstancia. También el Señor sigue hoy paseando su humanidad por donde nuestra vida se desliza. Podemos resistirnos empeñándonos en registrar a Jesús y a su Iglesia en la aduana de nuestro prejuicio, o puede sucedernos que el regalo de ese encuentro nos viene de luz y de gracia, de verdadera alegría.

Buenos días y que el Señor os guarde y siempre os bendiga". 

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