EN 'EL ESPEJO'
Las lágrimas de un inmigrante mexicano en la frontera: promete dejar la cocaína y volver a Dios
Esa es la promesa que escuchó un sacerdote español que trabaja en la frontera entre México y Texas de un hombre que le contó su historia
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Hoy nos hacemos eco en El Espejo de una historia contada por un misionero español en la frontera entre México y los Estados Unidos. Una entre tantas, que tienen como protagonistas a los inmigrantes, que tratan de cumplir el sueño de una vida mejor.
La ha contado en Alfa y Omega el agustino recoleto español José Luis Garayoa, que trabaja en esa frontera, en concreto en el estado de Texas. En el Centro de Deportaciones, el misionero se sienta frente a uno de los detenidos embutido en su uniforme naranja. Nada más saludar al “padrecito” se echa a llorar. Le dice que necesita contar su vida para liberarse de sus demonios. Le acaban de comunicar que su mujer y otras cuatro personas han sido asesinadas en Ciudad Juárez, y le dice: “es normal que termine así, los dos nos enganchamos a la cocaína, y por conseguir la droga se mata y se muere, padrecito”.
Al padre Garayoa no le salen las palabras, pero el detenido sigue. Le cuenta que ha asaltado poniendo un cuchillo en el cuello, que ha robado e incluso se ha ofrecido sexualmente a hombres…, pero lo más doloroso es que llegó a apedrear a su madre por negarse a darle dinero. La droga le volvió loco, y cuando le detuvieron dio gracias a Dios por frenarle.
Le dice al misionero que, poquito a poco ha dejado de ser esclavo, que le duele el daño que ha ocasionado. Que desea recuperar a sus hijos. Incluso lee la Biblia y se atreve a pedirle a Dios perdón. Ya sea en México o en EEUU, ha decidido comenzar a vivir. Puedes leerla aquí.