Un incendio descontrolado amenaza a los vecinos del pueblo y lo que sucedió luego fue totalmente inesperado
La sequía, las altas temperaturas y los efectos de la pandemia de la covid-19 hace que proliferen las llamas en esta zona
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Durante las últimas semanas en Paraguay los incendios han sido una constante, poniendo en jaque a las autoridades y a los bomberos. El Gobierno local decidió pedir ayuda internacional ante la falta de recursos. Además, los ríos Paraguay y Paraná están registrando unos índices de caudal históricos a la baja, que afecta a la producción, a la navegabilidad y sus efectos propician la proliferación de los incendios en los bosques.
Entre las personas que están ayudando a los bomberos se encuentra también el sacerdote Daniel Pesce que, conmocionado por la preocupante situación, decidió unirse al Cuerpo de Bomberos Voluntarios. Su objetivo es dar un poco de esperanza a las víctimas de estos devastadores incendios. Su vocación de servicio es a tiempo completo y, si bien su tarea principal es la pastoral, dos o tres noches a la semana dedica su tiempo como bombero voluntario.
Mientras celebra una misa, reconoce las sirenas de los bomberos
El cura forma parte de los miles de voluntarios que trabajan para sofocar las llamas, incluso poniendo en riesgo su propia vida. El sacerdote ha explicado en ocasiones el por qué de su presencia entre los bomberos: “Sigo en todo momento lo que dice el Papa Francisco en su encíclica Laudato si’: hay que cuidar la casa común y el planeta entero”.
“Cuando estoy con los bomberos puedo estar cerca de las personas en momentos de tristeza y dificultad. Cuando soy bombero me siento más sacerdote, rezo con intensidad por las personas que están perdiendo todo lo que tienen y por sus familiares. Duele mucho ver cómo se queman campos y bosques, y más cuando son provocados, explica el Padre Pesce.
“Intento unir mis dos servicios, siempre pensando en los demás”, comentó. “A veces, cuando estoy celebrando una misa, escucho la sirena del camión y reconozco que es un coche nuestro. Enseguida le pido a Dios que proteja a los bomberos. Ahora es incluso más peligroso salir a sofocar incendio por la covid-19, pero los bomberos lo hacen con amor y con una vocación de servicio admirable”, añadió. “En el cuerpo de bombero encontré una familia unida, de gente muy preocupada por el prójimo, lo que me alegra el corazón” admite el Padre Pesce.
El momento más difícil de su trabajo como bombero
El sacerdote recordó que la semana pasada acudió a una emergencia en la ciudad de Areguá, donde un incendio consumió gran parte del bosque autóctono de la zona. La situación era preocupante ya que las llamas se aproximaron a las viviendas.
“Estuvimos trabajando con diferentes compañías de bomberos, ya que el fuego estaba llegando a la población”. Cuando el Padre Daniel vio que el fuego se estaba acercando a una gasolinera, consiguió llamar enseguida a sus compañeros y lograron apagar el incendio antes de que ocurriera una posible “desgracia”.
Solamente unas horas después le dijeron que dentro de la gasolinera se encontraba una familia, propietaria del establecimiento, que se había quedado atrapada dentro. "Podría haber sido una desgracia aún mayor y gracias a Dios pudimos rescatarlos antes de que las llamas llegasen a la gasolinera, podría haber explotado todo".
La primera vocación, el sacerdocio
El Padre Daniel Pesce se unió a los bomberos para hacer llegar su ayuda durante la pandemia de la covid-19. Sin embargo, matizó que este es un servicio que lo realiza priorizando sus labores pastorales. “El tiempo en el que podría estar descansando lo paso sirviendo como bombero y lo hago con mucha alegría, pero sin dejar de ser sacerdote.
El sacerdocio es lo más hermoso que me ha pasado en la vida, es mi primera y única vocación, esto es un servicio”, aseguró.