El retiro espiritual que ha cambiado la vida de 17 jóvenes presos en Barcelona
"Me he sentido reconciliado de nuevo", "Han sido los mejores días de mi vida", cuentan estos presos. ¿Qué les ha pasado?
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Centro Penitenciario para jóvenes de Quatre Camins , en Barcelona, ha sido testigo de un cambio. "He recuperado el cariño en mi vida", "Me he sentido reconciliado de nuevo", "Han sido los mejores días de mi vida", son algunas de las reacciones a un fin de semana diferente a todos los que han vivido en prisión. Esas son las impresiones de 17 jóvenes de la prisión barcelonesa que recuerda el padre José María Carod, de 62 años, sacerdote desde hace casi 40 y capellán de la cárcel desde hace 22.
¿Qué les ha ocurrido a estas 17 personas en tan sólo un fin de semana? "Un punto de transformación", explica Carod. Ellos han sido los protagonistas de un retiro espiritual que les han preparado dentro de la propia cárcel. Esos tres días de marzo les han preparado un camino espiritual para hacer cada uno con Dios. Algunas de las facetas que han experimentado son "el perdón, la aceptación, la vida en relación con los demás...", enumera el sacerdote.
El propio José María vivió un retiro similar y decidió ponerlo en marcha en prisión. Para ello, contó con el permiso del obispo de su diócesis, también responsable de la Pastoral Penitenciaria, Mons. Josep Àngel Sáiz Meneses.
Elena Lucena, de 56 años, es voluntaria de Pastoral Penitenciaria en este centro y también ayudó a hacer posible ese cambio. Los 17 jóvenes que se apuntaron a esta propuesta "no se habían abierto, no habían abierto su corazón, ni siquiera sus amigos conocen su vida, no se han perdonado a sí mismos".
La primera vez que veían al Santísimo
Muchos de ellos no sabían qué, o Quién, es el Santísimo, ese "trozo de pan" puesto en una custodia presidiendo un altar. Después de ir viviendo la experiencia del retiro: el perdón, la escucha, la aceptación de uno mismo, etc., "invertían su tiempo libre allí y se sentaban a mirarlo y a llorar", cuenta Elena.
Otro momento especial que recuerda esta abogada y voluntaria en prisión fue escucharles después de haberse confesado. "Salían diciendo que se habían quitado dolor del corazón, que veían un futuro. Veían que Dios había estado en sus vidas siempre, pero que no lo habían visto hasta ese momento" .
El retiro también les dejó una sorpresa: sus familias. Varias de ellas acudieron a verles en la Santa Misa con la que se clausuraba el retiro.
Y después, ¿qué?
Un fin de semana les ha podido cambiar la vida. No obstante, tanto D. José María como Elena coinciden: ahora toca seguir. Tanto el sacerdote como la voluntaria coinciden en que hay que permanecer al lado de los presos. El objetivo, acompañarles en "eso" que han descubierto: en "ese" perdón, "esa" cercanía, "esa" necesidad de relacionarse con los demás, etc.
Los voluntarios acuden periódicamente a la prisión. Elena y el resto de los colaboradores continúan yendo a la cárcel para ayudarles a rezar, a formarse o a compartir actividades lúdicas con ellos. Esa es la "columna para que sea una evangelización adecuada", explica Carod.
José María y Elena también están de acuerdo en que "el resultado ha sido muchísimo mejor de lo imaginado". Cuentan que los propios chicos que han experimentado eso, lo quieren proponer a otros presos.
Este retiro ha significado mucho para ellos, pero su camino acaba de empezar. "Hay que hacer actividades con ellos, se nos olvida que están olvidados y hay que darles esperanza, hacer que se sientan perdonados y arrepentidos, con la posibilidad de tener una segunda oportunidad", subraya la voluntaria.
Presos en la parroquia...y en casa
Para José María, la cárcel de Quatre Camins es su parroquia. Los presos son sus feligreses, a los que dan formación o hacen oración con ellos. Cuando vuelve a casa...también hay presos.
La razón es que José María es religioso mercedario. Ser "mercedario" implica trabajar y rezar para liberar a todas las personas que estén encadenadas, en todos los sentidos: en prisión, por una adicción, etc.
José María vive en la actualidad con otros tres religiosos y una decena de presos. Sus compañeros y él acogen a presos que salen de permiso, de tercer grado o de libertad condicional. Comparten el tiempo, las comidas, los ratos de entretenimiento con ellos. Eso le aporta un punto de vista diferente sobre estas personas: "Muchos hablan de la cárcel pero pocos viven con los presos. Ellos nos enseñan toda la maldad de la prisión y cuáles son las carencias y necesidades con las que salen".