Del autoabandono a una vida ordenada: así evolucionan las personas con trastorno mental en AISS

La mayoría de las personas que son derivadas a la asociación presentan síntomas como el aislamiento social o la autoestima baja. Todo cambia cuando forman parte de la familia AISS

José Melero Campos

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Síntomas como el aislamiento social o el autoabandono personal podrían revelar un trastorno de salud mental. En esas condiciones llegan en muchas ocasiones las personas a la asociación AISS (Asociación de Iniciativas Sociales Para Enfermos Mentales), que dispone en Madrid de siete pisos tutelados que acogen a personas que sufren problemas mentales crónicos, como esquizofrenia o bipolaridad.

Los inquilinos de estas viviendas, ubicadas en zonas céntricas para facilitar la integración de estas personas, tejen entre sus paredes una verdadera comunidad, de la que también forman parte cuidadores, psicólogos o psiquiatras.

La directora asistencial de AISS, la psicóloga Paula Cuesta, ha explicado cómo es el día a día en uno de estos pisos, concretamente el de la calle Lagasca, en el barrio de Salamanca: “Es muy dinámico en el sentido de que les apoyamos, les ayudamos en tareas básicas de la vida diaria como la alimentaria, la higiene, tomas de medicación, agendas médicas, tener un día a día más ordenado y estructurado para que vivan de una manera más normalizada, contribuyendo así a su integración social”, ha precisado.

El perfil de las personas que llegan a la asociación AISS

La mayor parte de que los llegan a la asociación vienen derivados de la red sanitaria pública y privada o de los servicios sociales con los que tienen conciertos. El abandono suele ser la tónica general al principio. Con acompañamiento, voluntad de escucha y acogida sincera, la evolución se percibe de manera progresiva en estas personas con trastornos de salud mental.

“Recuerdo que una persona que llegó estaba desestructurada, no pendiente de su imagen personal y se le fue dando apoyo en estas tareas. Era un gran músico y esa tarea la tenía aplazada porque no tenía mucha autoestima, pero le ayudamos y logró integrarse totalmente. Ahora es profesor de música dedicándose a la pasión que tenía. Normalmente aquí llegan pacientes con una autoestima muy baja motivada por la vida que han tenido, quizás de mucho castigo social”, ha explicado Paula Cuesta.

Una enfermedad estigmatizada pese al incremento de los casos

Pese a tratarse de una enfermedad aún estigmatizada en la sociedad, la directora asistencial de AISS cree que a raíz de la covid-19 se produjo un punto de inflexión, ya que han aflorado más casos de salud mental, lo que ha favorecido la concienciación: “Antes se podía esconder o daba más vergüenza admitirlo, ahora se empieza a admitir y hay muchos más casos, sobre todo de ansiedad, depresión, trastornos inducidos por sustancias...”

En cualquier caso queda mucho camino de recorrer. Que se lo pregunten a una de las cuidadoras de la asociación AISS, Tania Milleti, quien a veces contempla con impotencia y rabia cómo discriminan a algunas de estas personas: “Yo creo que es por desconocimiento de la enfermedad y no querer conocer a la persona. Se quedan con la imagen de dejadez que proyectan algunos por la enfermedad o por el tic que les deja alguna medicación, y no van más allá”, ha lamentado.

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