El voluntariado, la salida de los adictos para superar el alcoholismo: "Me ayuda a no tomar la primera copa"
Las personas adictas que llegan a la parroquia San Ramón Nonato encuentran una familia que les acoge y les da el protagonismo que necesitan para volver a vivir
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Cada año crece en España el número de personas adictas al alcohol y a las drogas, pero también a otras dependencias como las apuestas o la pornografía. La Iglesia está preocupada por este problema y busca soluciones acogiendo, integrando y ayudando a este tipo de personas que tienen y sufren adicciones.
Pobreza y familias desestructuradas son algunas de las características de los vecinos de Puente de Vallecas. R. y S., tras vivir un momento muy complicado en sus vidas, no paran de ayudar en la parroquia madrileña de San Ramón Nonato. Aquí han encontrado una familia que les ha acogido y les ha dado protagonismo.
Siempre hay otra oportunidad
R. ha pasado una parte de su vida alejado de la Iglesia, con muchos problemas personales y una adicción a las drogas y al alcohol. Ahora, con una nueva pareja, se ha vuelto a acercar a la parroquia: “Mis padres son católicos, practicantes, pero yo le dejé de lado. Sin embargo, ahora estoy encantado y todo ha sido algo bueno desde que estoy aquí”.
Nos cuenta un poco su día a día en el mundo del voluntariado: “Ahora iré a recoger una comida que nos donan unos colegios, la traigo aquí y luego voy a recoger ropa. La verdad es que me gusta, me viene bien”.
Según él siempre hay otra oportunidad: “Le digo a la gente que se den una oportunidad. Yo tuve que ingresar en un centro, mi familia lo pagó todo por qué yo no podía, salgo del centro y me encuentro con este grupo que me está ayudando mucho. Les digo a los demás que se den una oportunidad. Yo pensaba que era un caso perdido y estoy genial, ahora mismo no puedo pedir más”.
"Me ayuda mucho a no tomar esa primera copa"
S. ya lleva un tiempo en la parroquia de San Ramón Nonato y confiesa que “le ha ayudado muchísimo por qué puedo hacer servicio. Hacer voluntariado es muy importante para la enfermedad que tengo, que soy alcohólica adicta, y el darme a los demás para mí es algo muy gratificante y me ayuda mucho a no tomar esa primera copa que me llevaría a la muerte”.
Ella tiene claro que en esta parroquia madrileña ha encontrado “una familia”. “Yo precisamente voy todas las semanas a recoger pan para el comedor social, si se necesita ir a por comida voy, para mí es una familia, conozco a los compañeros y cada vez que vengo para mí es una alegría”.
También ella tiene un mensaje para los que todavía no han dado un paso como ellos: “Particularmente les diría que sí se puede, se puede dejar de consumir y de beber. Alcohólicos Anónimos tiene reuniones abiertas para todo el que quiera y tenga el deseo de tener una vida nueva. Sí se quiere, se puede”.