La beatificación del sacerdote Gili Vives, más cerca: La historia de este religioso balear del XIX
El Papa Francisco ha reconocido las virtudes heroicas de este Siervo de Dios que fundó la Congregación de las Agustinas Hijas del Socorro: destacó por su cuidado a los niños pobres
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El Papa Francisco ha reconocido las virtudes heroicas del Siervo de Dios del sacerdote español Sebastián Gili Vives, fundador de la Congregación de las Agustinas Hijas del Socorro. De esta manera, de se da el primer paso para su futura beatificación.
Gili Vives nació en el municipio balear de Artá el 16 de enero de 1811, y falleció en Palma de Mallorca en 1894. De familia de labradores, cursó sus estudios primarios en el colegio de los franciscanos.
Fue ordenado sacerdote en 1835, en el palacio episcopal de Ibiza. Fue nombrado vicario de las parroquias de San Jaime y Santa Cruz en Palma (1835-1843), en cuyo servicio mostró una particular vocación por la predicación y la pastoral sanitaria y social. En varias ocasiones se hizo cargo de la Inclusa, hospital y casa de misericordia.
En 1859 Sebastián Gili Vives fundó la Congregación de Agustinas Hermanas del Amparo, con el fin de ayudar a las personas más necesitadas. Vivió lo suficiente como para que se expandiera por las Islas Baleares, aunque la casa madre se estableció en Palma de Mallorca.
En 1868, a causa del derrocamiento de la monarquía y la instauración de la república, el fundador fue destituido de todos los cargos civiles y eclesiásticos, aunque los volvería a recuperar una vez restablecida la corona.
Finalmente murió en Palma el 11 de septiembre de 1894. El 9 de junio de 1991 se abrió su causa de beatificación y, en 1997, el Ayuntamiento de Palma de Mallorca le proclamó hijo adoptivo de la ciudad y le dedicó una calle por su entrega a los más necesitados en especial a los huérfanos de la inclusa de la calle de los Olmos.
Especial dedicación hacia los niños abandonados
Sebastián Gili Vives se dedicó especialmente a los niños abandonados y, debido a esta sensibilidad, fue nombrado prior de un hogar infantil que acogía de 250 a 500 niños.
Se distinguió especialmente durante una grave epidemia de cólera, en 1865, por la valiosa contribución que él y su congregación hicieron en la asistencia a los más pobres. Dedicó mucho tiempo a la oración, y también se preocupó por la condición de la mujer, muy discriminada en aquella época.
Como canónigo de la Catedral de Palma de Mallorca, a partir de 1883, promovió de manera especial el culto al Sagrado Corazón de Jesús, instituyendo, entre otras cosas, la piadosa práctica de los "Cuarantores", al tiempo que continuaba su compromiso con la familia religiosa que deseaba.