Carol, Armando o Kimberly: personas que ponen voz y rostro al sinhogarismo, una lacra social que va en aumento
Cualquiera puede acabar en situación de sinhogarismo, al margen de la edad, el sexo o la situación económica y social a la que se perteneciera: que se lo pregunten a ellos...
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Cualquier persona puede acabar en situación de sinhogarismo, al margen de la edad, el sexo o la situación económica y social que se tuviera hasta llegar a esta dramática situación. Que se lo pregunten a Armando, una de las personas sin hogar que ha compartido su historia durante la presentación de la Campaña de Personas sin Hogar en Madrid de la Red FACIAM.
De empresario a vivir en la calle: así cambió la vida de Armando la crisis del 2008
Armando trabajaba en una consultoría propia, pero la crisis de 2008 alteró sus planes. Comenzó a acumular deudas, hasta perder el empleo y su vivienda. Aquello hizo que le costara incluso la salud, concretamente en su traslado de Andalucía a Madrid. Actualmente vive en el albergue 'San Juan de Dios', después de sobrevivir en hostales, habitaciones alquiladas o en la calle.
“Cuando llegué a Madrid me dio un infarto. Tras el ingreso, cuando me dan el alta me proporcionan medicación para dos días y me fui a la calle. Pedí en un centro sanitario una tarjeta provisional, pero había muchas trabas administrativas como el empadronamiento”.
Ante esta negativa, regresó a Andalucía con sus informes médicos a cuestas, lo que ponía de manifiesto la falta de conexión entre las comunidades autónomas: “Estamos en la Unión Europea y en un reino de taifas, es un caos la sanidad”, ha lamentado.
El testimonio de Armando sirve para poner sobre la mesa las numerosas trabas a las que someten a las personas sin hogar: “Además de la frustración de estar marginado, te marean de una administración a otra para pedir la gratuidad en la medicación. Con la pandemia no puedes ir a una ventanilla y arreglarlo con el funcionario, sino que por teléfono te van mareando”, ha afeado.
Jóvenes como Kimberly, cada vez más afectados por el sinhogarismo
Según la Red FACIAM, cada vez son más los jóvenes sin hogar en nuestro país. Este colectivo representa el 30% de las personas a las que acompañan las organizaciones que integran la entidad. Una de ellas es Kimberly, de 22 años. Peruana de nacimiento, vivía con su madre y su hermano de dos años con discapacidad severa, hasta que su padrastro les echó de casa. Se vieron los tres en la calle. No tenían permiso de residencia.
Al ser mayor de edad, Kimberly estuvo separado de su madre y hermano en las diferentes organizaciones asistenciales donde ha estado, como CEAR o Cruz Roja. Ahora, la joven peruana reside en un piso compartido de Cáritas Madrid. Está tramitando su residencia como estudiante para poder retomar los estudios de Medicina. Su madre y su hermano regresarán en breve a Perú, pero ella opta por quedarse en España, país desde donde cree que podrá ser útil económicamente a su familia.
“Lo único que me motiva es el amor por mi hermano. Quiero salir adelante para darle un buen futuro”, ha expresado.
Víctima de la violencia de género y con tres hijos: la historia de Carol
Y es que las mujeres es otro de los colectivos que mayor número representa en las ayudas de FACIAM, con el 25% del total. Entre ella se encuentra Carol, madre soltera con tres hijos a su cargo, uno de ellos con discapacidad. Este fue precisamente el motivo por el que Carol abandonó Honduras, para que la sanidad pudiese atender las necesidades de su hijo.
Víctima de la violencia de género, Carol se vio en la calle con sus tres retoños porque no podía trabajar para hacer frente a los gastos del alquiler de la habitación donde vivían, al no tener permiso de trabajo, solo de residencia. Desde hace un año Cáritas Madrid le proporciona una residencia.
“Mi día a día es un levantarme con la preocupación de no saber. Sin hogar, tengo un hijo con discapacidad, una hija de dos años y otro de cuatro. No puedo trabajar porque no nos dan ayudas a la guardería para mi hija y mi hijo depende de mí al 100%. Cáritas es la única entidad que me ha ayudado porque nos da un techo, cuidados, alimentos...”