Un coche se avería y el motivo por el que el dueño decide no llevarlo al taller dejó a todos estupefactos
El coche sufrió una avería imporante pero el dueño optó por no llevarlo al taller por este singular motivo
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Aurelio acude cada día a su puesto de trabajo en su vehículo particular, situado a unos siete kilómetros de su vivienda, en una localidad cercana a Toledo capital. De casi quince años de antigüedad, su coche va teniendo achaques con cada vez mayor frecuencia. Pero a día de hoy la familia no tiene pensado darle la jubilación al turismo: "No está la cosa para muchos gastos", sostiene Aurelio. Se trata además del primer coche que compró la familia, ya que el carnet de conducir no lo obtuvieron hasta pasado los treinta años.
Pero lo cierto es que en los últimos días su coche está dando síntomas de fatiga, que se manifiesta en un parpadeo en el cuadro de luces acompañado de una falta de potencia al tratar de acelerar y unos ruidos de dudosa procedencia. Aurelio es consciente de que su vehículo podría estar en las últimas, pero tanto él como su pareja no quieren deshacerse del coche, que compraron cuando su única hija aún era pequeña.
Pese a que no es la primera vez que el turismo da problemas, Aurelio se ha negado a acercarse al taller estos años más allá de las labores de mantenimiento, revisiones o cambios de aceite. Se muestra reacio a que manos ajenas (pero expertas) tengan acceso al vehículo. De hecho, en alguna ocasión ha recurrido a un amigo mecánico para que le mirara algún desperfecto. En esta ocasión podría ser diferente, aunque de momento lo mantiene aparcado en su calle.
¿Cuál es el motivo por el que Aurelio no quiere llevar el coche al taller?
Aunque pueda parecer extraño, tiene un motivo religioso y de fe. Y es que Aurelio y su familia siempre han sido muy creyentes. Feligreses que colaboran activamente con su parroquia. Sienten especial devoción por la Virgen del Sagrario, patrona de Toledo cuyo día se celebra el 15 de agosto, cuando los toledanos asisten a la Catedral Primada para beber el agua de la Virgen en botijos.
Agua que extraen del claustro del templo, donde existen unos pozos o cisternas que recogen las aguas de lluvia de todos los tejados que van a parar a la Catedral. El agua de estos pozos se ofrecen a los asistentes cada 15 de agosto, fiesta de la Asunción.
Aurelio y su familia no faltan ningún año a esta cita. No solo beben agua del botijo sino que, cada año, asisten con una pequeña botella de plástico para rellenarlo del agua bendita de la Virgen, que luego trasladan hasta su vehículo para rociar su exterior con esta agua pura. De esta manera, aseguran sentirse protegidos: "Será o no casualidad, pero nosotros nunca hemos sufrido ningún accidente ni susto con el coche. Nos sentimos así protegidos".
Por ello, Aurelio tiene la sensación de que cuando su turismo está siendo trasteado por personas ajenas, está siendo profanado. Pese a todo, reconoce que no le va a quedar más remedio que ceder y acudir al taller para que le faciliten un diagnóstico y conocer si le sale más rentable la compra de uno nuevo. De ser así, Aurelio cree que no sería capaz de conducir un nuevo turismo hasta el 16 de agosto, una vez rociada de agua bendita el nuevo automóvil.