La historia del abrazo que siempre se repite en los últimos tramos del Camino de Santiago

Sor Luisa es religiosa guaneliana y, en su comunidad, acogen a peregrinos cada día en la etapa final

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Amparo Latre

Publicado el - Actualizado

1 min lectura

En El Espejo contamos una historia que se repite día tras día en los kilómetros finales del Camino de Santiago.

Es que el Camino de Santiago encierra muchas historias. Ayer lo veíamos con la de Santi y su abuelo, cargada de ternura... que habrá que seguir en los próximos años, porque esta pareja promete...

El Camino de Santiago es una de las actividades estrella del verano, metáfora de la vida, año tras año reúne a miles de personas que peregrinan hasta la tumba del apóstol. Las motivaciones son diversas, pero haciendo el camino muchos encuentran la serenidad para descubrir el sentido de la vida o para responder a muchas cuestiones que en medio de la rutina dejamos aparcadas.

Esto sucede, en parte gracias a personas como las religiosas guanelianas, que en lugares como Arzúa, a 38 km de Santiago, están pendientes de los peregrinos, encarnando una historia de escucha y acogida permanente. Religiosas como Sor Luisa, que escucha, sonríe y abraza, un día tras otro, en un puesto modesto, desde donde, a quien lo desea, le habla también de Dios, porque como decía su fundador: “Quien camina con Dios, camina alegre”.

Ya ha perdido la cuenta de cuántos corazones se le han abierto, justo antes de llegar a la meta. Para Sor Luisa esta acogida es su principal misión, pero es muy consciente de que es solo un hito en la vida de los peregrinos que en unas horas dejarán Santiago, para seguir haciendo camino. Por eso a todos con los que se encuentra les ofrece seguir en contacto y acompañamiento. Físicamente están en Arzúa pero puedes saber más de ellas en guanelianasencamino.org

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