El incansable trabajo de Pueblos Unidos con los migrantes: "Ayudamos a que la gente recupere su dignidad"

Este lunes se celebra el Día Mundial de los Refugiados y en ECCLESIA nos hemos acercado a conocer el trabajo de Pueblos Unidos, centro social gestionado por los jesuitas

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Este lunes, 20 de junio, se celebra el Día Mundial de los Refugiados y por eso en ECCLESIA hemos querido conocer de cerca el trabajo que hace Pueblos Unidos, centro social gestionado por los jesuitas donde acompañan, sirven y defienden a las personas migrantes. Luchan por una sociedad justa y plural.

En el centro social nos acoge Brígida, carmelita misionera que estuvo en África 30 años. Pasó la mayoría de los años en Malawi y ahora lleva 17 ahora en Madrid, y es la coordinadora del Programa de Jóvenes Subsaharianos. Es la misma Brígida que nos explica la misión de la Fundación San Juan del Castillo en el barrio madrileño de La Ventilla.

¿Cómo empezó Pueblos Unidos?

“Empezó por una necesidad del barrio porque si has podido ver está en un sitio donde la población es muy necesitada: la mayoría son migrantes y gitanos. Entonces surgió por la necesidad: estábamos viviendo el boom de los emigrantes que empezaban a llegar, sobre todo los marroquíes, también los latinos y de los países del este”, nos dice Brígida.

Pero, ¿cuál es la misión de Pueblos Unidos? Brígida nos explica que “la misión es acoger, servir, denunciar, pero sobre todo acompañar y ayudar a que la gente recupere su dignidad como personas”.

“La mayoría de estas personas, por no decir todas, pierden su dignidad solamente por el hecho de salir de su tierra, de su nación, de su familia. Algunos de ellos tienen que pasar realmente por un camino muy duro, incluso, pues exponiendo su vida, y dejando muchos familiares y amigos por el camino. Nuestra misión es ayudarles a recuperar su dignidad, aquí se hace de todo”, nos dice Brígida.

La emergencia de la guerra en Ucrania

La guerra en Ucrania ha hecho que aumenten las familias que vienen a pedir ayuda a Pueblos Unidos y “la puerta – dice Brígida – está abierta para todos”.

“La puerta está abierta para acoger, y de hecho están viniendo familias, poco a poco, no vienen en grupos muy grandes, pero están viniendo, y se les está atendiendo y se les está ayudando sin dejar a nadie en la calle. Se lleva adelante a través del trabajador social de todos los que trabajamos aquí”, explica Brígida.

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La historia de Raúl, refugiado político de El Salvador

En el centro social de Pueblos Unidos conocemos también la historia de Raúl: viene de El Salvador y llegó a España en octubre de 2021. Asesinatos en su familia, amenazas a su hija y una vida llena de problemas lo llevaron a venirse a España y aquí, poco a poco, gracias a la ayuda de Pueblos Unidos, está intentando empezar una nueva vida junto a su hija.

Decide venirse a España tras recibir amenazas directas de muerte a él y a su hija: “Conocían mi “lado flaco” y sabían que era mi única hija y empezar a pasar muchas cosas y yo no podía soportar el estrés. Era una situación complicada y decido el pasado 29 de octubre viajar. Me voy primero a México con mi hija, le dije íbamos a celebrar sus 15 años, y luego de México nos venimos directos a España”.

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Raúl ha intentado durante estos meses buscar alguna forma de salir adelante: “Pase dos meses alquilando una habitación, y después la única alternativa que tenía era Pueblos Unidos. Me acogieron muy bien, mi hija entró a estudiar al Colegio Padre Piquer, pedimos asilo para tratar de entrar al programa de la Cruz Roja y en eso estamos, esperando. Es un proceso que lo lleva uno a alejarse de la tierra, es complicado”.

¿Qué planes tiene para el futuro? Raúl nos explica que “si nos logran dar el asilo muy bien, y si no seguir caminando, buscando, tocando puertas. Lo que más me hace feliz es que mi hija ha salido con buenas notas, se graduará en 4º de la ESO y, a pesar de su edad, es una mujer muy fuerte y luchadora, que me da ánimos a seguir adelante, pase lo que pase”.

Pueblos Unidos le ha ofrecido a Raúl una casa, “donde uno puede llegar a dormir, a bañarse. Créanme que hay momentos donde uno piensa en regresar, pero tengo que seguir adelante”.

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