Los obispos españoles llaman a la caridad: “Quizás hay gente que no quiere escuchar este mensaje”

La Solemnidad del Corpus Christi es una de las fiestas que los cristianos marcan en rojo en sus calendarios. A la celebración de la eucaristía, cientos de pueblos y ciudades en nuestro país suman la preparación de las alfombras florales y las custodias para que el Santísimo Sacramento recorra las calles y plazas.

La Iglesia, consciente de la importancia de esta fecha, une la celebración del Corpus al Día de la Caridad, que este año se hace patente con el lema “Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos esperanza”. Sobre ello, ha hablado este domingo en ‘Ecclesia’ de TRECE el presidente de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal y obispo de Astorga, monseñor Jesús Fernández González.

“Es un día muy especial, donde partiendo de una realidad con muchas luces y sombras en nuestra sociedad, tenemos que plantar nuestros ojos y mirar en profundidad con un corazón compasivo y dispuesto a ayudar”, explica el obispo acerca de la labor caritativa de la Iglesia. Para él, se hace un gran esfuerzo desde la institución para transmitir todos los datos y cifras de este trabajo, aunque lamenta, “quizás hay gente que no está dispuesta a escuchar este mensaje”.

En una jornada en la que se pone en valor toda la entrega de los voluntarios, el obispo los califica como “el gran patrimonio” de la Iglesia, y explica que hay que abordar la realidad de la sociedad con honestidad y generosidad. “Desde el 2008 se han encadenado distintas crisis y llegamos al momento actual con unas cifras preocupantes”, puntualiza Jesús Fernández, que señala también como causas de la situación actual la desvinculación social y la polarización, que conllevan al enfrentamiento y la falta de empatía.

El también obispo de Astorga invita además a vivir la eucaristía “como fuente de amor y de esperanza”, llamando a imitar la mirada de Jesús, porque es “una mirada que va a entrar dentro del corazón”, apelando a la responsabilidad que tienen los cristianos de aportar luz a las personas que sufren y tienen necesidad. “Muchas difícilmente podrían sobrevivir o tener una vida digna sin nuestra ayuda. Cuando alguien se siente amado, aparecen los motivos para la esperanza”.