Los programas de Escuelas Católicas para propiciar el bienestar en las aulas y preservar la salud mental

Los centros educativos no son ajenos al problema de salud mental que crece cada vez más en la sociedad, especialmente entre los jóvenes: ¿Cómo tratan de hacerle frente?

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José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Organizaciones como 'Save the Children' o UNICEF revelan que tres de cada diez estudiantes sufren algún tipo de problema de salud mental. Trastornos que se reflejan en un incremento de los cuadros de ansiedad, de estrés, de conductas autolíticas, de problemas alimenticios como la bulimia o la ideación suicida.

Una realidad a la que la Educación no puede hacer frente sin el apoyo de las administraciones o las familias, tal y como ha advertido en ECCLESIA la directora de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas, Irene Arrimadas.

“Para intervenir y prevenir estos casos hay que hacerlo con una aproximación sistémica. Es decir, no todo se puede solucionar desde la escuela. Cuando existen estos problemas desde el contexto social y educativo la comunidad educativa, los padres, profesores, administraciones, políticas y la sociedad en general tienen que intervenir. La escuela sola no puede”, ha reclamado.

No obstante, Arrimadas ha reivindicado muchas de las medidas adoptadas desde los centros para mejorar el bienestar de alumnos y personal educativo, como son los protocolos de actuación frente a los acosos o planes de convivencia que faciliten que desde las escuelas se tenga un clima de bienestar, de acogida, de compañerismo que favorezca esta salud mental.

En cualquier caso, la responsable de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas alerta que no es suficiente, por lo que se debe ampliar la dotación presupuestaria que aterricen en la realidad de las aulas.

Entre las medidas que propone Irene Arrimadas es potenciar la labor de observación para detectar posibles trastornos mentales entre el alumnado, reforzar el papel de los orientadores y de los tutores o mayor implicación de las familias.

“Los orientadores deben acompañar a los alumnos desde Infantil porque en Secundaria esas posibles dificultades es más difícil de resolver. En cuanto a los tutores, son imprescindibles porque son al final son los profesionales que más horas pasan con nuestros hijos y alumnos a lo largo de su escolaridad”, ha explicado.

Sin duda, el papel de las familias es un agente necesario en la prevención de casos. Y es que como recalca Irene Arrimadas, los padres son los “agentes educadores principales de los niños”. Por ello, ha abogado por formar a las familias para así propiciar su participación de manera eficiente.

El bullying en los centros educativos

El bullying es uno de los principales enemigos de la salud mental en los centros educativos. Se estima que uno de cada cinco niños en España sufren acoso, aunque no más del 15% de las víctimas deciden contarlo a sus padres o profesores.

Los métodos de acoso han cambiado entre los jóvenes. De alguna manera es una lacra que se ha adaptado a los tiempos digitales: “Ahora no se dice tan habitualmente 'cuatro ojos', o gorda a una persona con sobrepeso. Eso sería más por redes sociales, al no estar delante. En el aula esas cosas no se dicen”, asegura en ECCLESIA Marina, estudiante de 4º de la ESO en Nuestra Señora del Pilar de Madrid.

“Antes estabas expuesto a estas acusaciones como si fuera un horario de trabajo, pero ahora tenemos los teléfonos en nuestros cuartos toda la tarde, nos escriben, nos notifican y leemos que alguien nos insulta. Ya no te insultan en un territorio que no es el tuyo como el colegio, sino en tu propio cuarto, en tu zona segura. Esto agujerea la moral”, reconoce Martín, compañero de pupitre de Marina.

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