El obispo Reig Pla, en 'Eméritos' de TRECE: "Hay una crisis en la vida moral de las personas"
El obispo emérito de Alcalá de Henares ha repasado en 'Eméritos' el legado de los últimos papas, las consecuencias sociales de la secularización o la realidad de la España actual
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El obispo emérito de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, ha asegurado en el programa 'Eméritos' de TRECE que la sociedad moderna ha retirado a Dios del centro para colocar al hombre, dando pie a una libertad “no de la comunión entre nosotros, sino del individualismo”, no siendo esta “la verdad sobre la persona”.
En este sentido, Reig Pla ha lamentado que nos encontramos inmersos en una sociedad “más nihilista donde el individuo decide”, una modernidad que a juicio del obispo emérito “no hace justicia porque quiere sacar a Dios de la historia, solo aceptan un Dios deísta que puso en marcha el mundo y se ha desentendido de él, y eso no es realidad porque Dios es cercanía, es amor, es misericordia”, ha indicado en el programa de TRECE presentado por el periodista Isidro Catela.
Según Juan Antonio Reig Pla, este proceso de secularización tuvo su raíz en la Primavera de 1968 en París y en el posconcilio Vaticano II, que en lo vital coincidía con la ordenación sacerdotal del obispo alicantino, en 1971: “Algo se estaba descubriendo en el ambiente, había una revolución interna. En el ámbito de la ideología fue una crisis seria con manifestaciones universitarias y promulgación de la encíclica 'Humanae Vitae' de Pablo VI, dos momentos que generó dos respuestas de la Iglesia. Años convulsos pero había que encontrar una respuesta a lo que estaba pasando”.
Luego, en la década de los ochenta, España vivía un cambio político y social al que se sumaba los años de posconcilio en el que la sensación era de que los valores anteiores se tambaleaban: “Fue una época de convulsión donde se fue introduciendo la secularización, también con ingenería social”, argumenta.
En este contexto, el obispo emérito de Alcalá de Henares considera que el pontificado de Juan Pablo II constituyó un bálsamo de aceite en favor de la serenidad: “Destacaba lo que es esencial frente a lo transitorio o efímero, volvimos a centrarnos en Dios, en la Iglesia y en la evangelización”, ha apuntado.
Sobre Benedicto XVI, Reig Pla ha subrayado que fue “una época de profundización, porque su tema era volver a Dios con la vida teologal como gran pensamiento”. Ahora, afirma el obispo, vivimos un periodo de nuevo de convulsión: “Vivimos tiempos de distracción, espero que los espíritus puedan centrarse. Lo evidente es que siempre el Papa nos tiene que fortalecer en la fe y llevarnos a buscar a Dios por donde quiere ser encontrado, en sacramentos, vida eclesial, vida de comunión y acontecimientos de la historia”.
Reig Pla ha defendido en Eméritos la importancia de que la Iglesia haga uso de los medios de comunicación para su tarea de evangelización, bajo la premisa de que “Cristo se ha hecho Palabra y por tanto es comunicación”. En este sentido, quien fuera obispo titular de Alcalá de Henares, Segorbe-Castellón y Cartagena ha esgrimido que pese a los intereses e ideología en los medios “hay que abrirse campo en la selva de los medios y tener un discurso que sea coherente y acompañado del testimonio de la propia vida”.
En cualquier caso, asegura que nadie está exento de que el mensaje se distorsione, como le ha ocurrido a Reig Pla en numerosas ocasiones, especialmente durante su etapa como responsable episcopal en cuestiones relacionadas con la vida humana, el matrimonio o la familia: “Normalmente los lobbys organizados las palabras que un obispo puede pronunciar no siempre ajustan con las ideologías, por lo que se distorsionan palabras. Ha habido momentos difíciles, llegando a amenazas de muerte, pero uno ha confiado su vida en Dios y hay que continuar. Los medios cuando quieren distorsionar presciden del sujeto, y si me conocieran sabrían quien soy, qué pienso y defiendo y nos podríamos enamorar juntos”, ha manifestado.
Sobre la situación política y social que vive España actualmente, Reig Pla considera que somos un país con muchas posibilidades, a veces limitadas por “indignificar nuestra vida y entender el diálogo como una partida de pin pon”. Al hilo de esta idea, ha abogado por “caminar por los senderos del entendimiento, de reconciliación, de escucharnos. Hay una crisis en la vida moral de las personas, un descenso de la cultura en nuestro pueblo debido a la ingenería social y la Iglesia tiene que ser una voz de las personas y comunicar lo propio de la fe cristiana”, ha sostenido.
Y es que esta falta de fe, ha afirmado podría estar detrás en parte de la elevada tasa de suicidios que existe en nuestro país: once diarios o 4.000 al año, lo que podría ser un síntoma de esta crisis profunda: “El suicidio va unido al sinsentido, vivir sin sentido, agobiarse con las realidades y no tener una luz que no te haga trascender. Cuando la vida te tiene contra las cuerdas, ¿cómo se sale de ahí? Puedes elevándote, trascender porque alguien me lleva a transcender, Dios me quiere y ha dado su vida por mí y ha vencido a la muerte. No es lo definitivo. Pero es un tema muy serio”, ha reflexionado en 'Eméritos'.