Los monasterios y conventos valencianos, lugares de consuelo tras la tormenta
Cecilia Cózar explica en 'Ecclesia al día' cómo las monjas están ofreciendo consuelo, escucha y acogida a familias afectadas por la DANA
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La DANA que ha azotado a la Comunidad Valenciana se ha llevado todo por delante. Hogares, comercios, e incluso lugares de recogimiento como monasterios y conventos. Aunque la mayoría resistió la fuerza del agua y el viento, algunos experimentaron cortes de luz, incomunicación y hasta inundaciones menores: “Algunas monjas han tenido que barrer y evacuar el agua con escobas y cubos,” ha explicado Cecilia Cózar, investigadora de la Fundación de Clausura, en 'Ecclesia al día' con Raquel Caldas.
Las dominicas de un convento en la región han pasado días sin luz, internet, ni conexión telefónica. Aisladas por el temporal, se aferraron a su misión de oración y recogimiento: “No hay ninguna comunidad afectada gravemente, sobre todo los cortes de luz. No hubo daños graves”.
Espacios de oración, escucha y acogida
Para estas comunidades religiosas, el consuelo que pueden ofrecer va más allá de los actos materiales. Muchas de las personas que acudieron a la misa del domingo en el monasterio de Benaguacil buscaban más que un lugar donde orar: “Después de la ceremonia, algunos fieles se acercaban al locutorio para hablar, para compartir cómo habían vivido el desastre, las pérdidas que han sufrido,” ha comentado Cózar, enfatizando la importancia de la acogida en estos momentos de dolor.
Desde este monasterio, las hermanas se han comprometido a recibir a familias que necesiten un lugar donde quedarse mientras reestablecen sus vidas: "Han contactado con ellas para ver si pueden acoger a familias que necesitan un lugar para quedarse hasta que pueda solucionarse la situación en la que están. Las hermanas han dicho que por supuesto".
"Sanar muchas heridas"
Además de la ayuda física, los conventos y monasterios se han convertido en espacios para sanar las heridas emocionales dejadas por el desastre: “Es el momento de sanar muchas heridas, no sólo materiales, sino también el dolor emocional de aquellos que han perdido tanto,” ha explicado Cecilia. Una voluntaria cercana a la zona, cuya casa también fue afectada, expresó cómo la comunidad religiosa le ayudó a enfrentar su propia angustia tras días de incomunicación total: “Tenemos una voluntaria, además, que es de la zona y que le ha pillado, que ha estado tres días incomunicada. Ella sola, su marido no pudo llegar".
“Las hermanas rezan constantemente por los difuntos y por las familias que sufren; creen que en estos momentos de desconsuelo, lo que más necesitan las personas es sentirse escuchadas y acompañadas”, ha expresado.
En un momento en el que gran parte de los recursos están destinados al desescombro y la ayuda material, Cózar destaca la labor de estas comunidades religiosas: “La aportación de la oración es vital, y a veces un abrazo o una palabra de consuelo también es necesario. Las monjas han sido un refugio, no solo para orar, sino para ayudar a quienes buscan alivio emocional.”