El cardenal Pironio ya es beato: "Pastor de la humildad amorosa y alegre"
La ceremonia fue presidida por el cardenal español Fernando Vérgez, delegado del Papa Francisco, y que durante 23 años secretario personal del cardenal argentino
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El cardenal Eduardo Francisco Pironio "sabía afrontar las pruebas y las dificultades con serenidad, con una sonrisa en la cara" y la alegría en el sufrimiento "es una característica de los santos". Así lo ha recordado el cardenal español Fernando Vérgez Alzaga, delegado del Papa Francisco, algunos de los principales rasgos del pastor argentino del que fue secretario personal durante 23 años, desde su llegada a Roma en 1975 hasta su muerte en 1998, en su homilía de la misa de beatificación en el santuario mariano de Nuestra Señora de Luján, en Argentina, este 16 de diciembre.
Una profunda humildad que abrió un panorama de santidad
"¡Magnificat!" es la palabra mariana que, para el actual Presidente del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, resume la vida del Cardenal Pironio, bautizado en el santuario de Luján en 1920, ordenado sacerdote (en diciembre de 1943) y finalmente obispo, el 31 de mayo de 1964. Y es la palabra que repite constantemente en su testamento espiritual. El cardenal Vérgez Alzaga, al agradecer al Papa que haya querido que la beatificación del cardenal argentino se celebre precisamente "a los pies de Nuestra Señora de Luján, corazón de la Argentina", relee lo que el entonces cardenal Bergoglio, en 2008, escribió sobre Pironio: "Te abrió un panorama de santidad desde su profunda humildad. Te abrió horizontes, experimentaste que nunca cerró la puerta a nadie. Demostró una gran paciencia. En esto reflejaba el amor de Dios por nosotros".
En la Carta Apostólica para la beatificación, además, Francisco describe al nuevo beato, recuerda Vérgez, como "un humilde Pastor según el espíritu del Concilio Vaticano II, testigo de esperanza y paciencia evangélica, defensor incansable de la causa de sus hermanos más pobres". A continuación, el cardenal español resumió la trayectoria humana del cardenal Pironio, desde que ejercía como párroco en el seminario de la diócesis de Mercedes (hoy archidiócesis de Mercedes-Luján), como profesor de literatura, dogmática, cristología, teología sacramental, teología fundamental y filosofía, y ya indisolublemente unido a María, Nuestra Señora de Luján, "venerada aquí por los fieles de toda la Argentina".
Paz interior y amistad con Dios
En su homilía, el cardenal Fernando Vérgez Alzaga subrayó que el inmenso amor de Pironio por Cristo "se transformó en amor por sus hermanos y hermanas, para que también ellos pudieran experimentar las riquezas del Corazón divino". Por eso "se hizo todo para todos, para velar por ellos en la causa de Cristo". Como "su secretario personal en Roma durante muchos años", recuerda el delegado pontificio, "experimenté verdaderamente su paz interior, su profunda amistad con Dios y su espíritu de santidad. Es algo que experimentaron todos los que le conocieron". Vivía con heroísmo, prosigue, las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, pero las interpretaba "a la luz de las bienaventuranzas, la mansedumbre, la misericordia y la pureza de corazón".
JMJ: misioneros del Señor en el corazón de la sociedad
La última parte de la homilía está dedicada a sus años como presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, de 1984 a 1996: un servicio que el cardenal Pironio desarrolló "en torno a tres prioridades: formación, comunión y participación, en profunda sintonía con san Juan Pablo II". Su actividad pastoral y apostólica, recuerda Vérgez Alzaga, "se manifestó sobre todo en la organización y promoción del laicado, especialmente de los jóvenes y de las Jornadas Mundiales de la Juventud". En enero de 1995, durante la X JMJ de Manila (Filipinas), Pironio escribió: "Hoy se trata de volver a elegir al Señor y comprometerse a servirle: como misioneros, en el corazón de la sociedad".