El Hermano Alois, prior de Taizé: "Es importante caminar con los jóvenes en su búsqueda espiritual"

ECCLESIA ha hablado en exclusiva con el prior de la Comunidad de Taizé que, tras dos años de pandemia, vuelve a vivir un verano intenso recibiendo cada semana a miles de jóvenes

El Hermano Alois, prior de Taizé: "Es importante caminar con los jóvenes en su búsqueda espiritual"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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La Comunidad de Taizé, tras dos años de pandemia, vuelve a vivir un verano recibiendo cada semana a miles de jóvenes. Vienen buscando una experiencia de fraternidad, de acogida, de amistad, de búsqueda sincera de Dios. Un clima de respeto y fraternidad que les ayuda a crecer en su fe personal.

En Taizé se vive una intensa experiencia de comunión y por encima de cualquier diferencia entre los cristianos de distintas confesiones, nacionalidades o ideologías políticas está la búsqueda de un Dios cercano. No se anulan las diferencias, sino que las acoge y cada persona se siente acogida y valorada en su individualidad.

ECCLESIA ha hablado en exclusiva con el Hermano Alois, prior de la Comunidad. En la colina se vivirá un agosto intenso, lleno de actividades y se espera la llegada de miles de jóvenes. “Se pasa por Taizé como se pasa junto a una fuente. El viajero se detiene, bebe y continúa su ruta”, dijo san Juan Pablo II durante su visita en 1986. Y en Taizé este verano vuelven los jóvenes.

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Photo by Cédric Nisi

1 – Hermano Alois, parece ser que ya nos dejamos a las espaldas la pandemia de la covid-19 y llega otra vez un verano donde los jóvenes llenarán la colina de Taizé. Aún tras dos años de pausa, los jóvenes siempre vuelven y responden con generosidad a la “llamada de Taizé". ¿Dónde cree usted que radica la razón de esta respuesta?

De hecho, ya hay muchos jóvenes en la colina, procedentes de diferentes países europeos e incluso de más lejos. Semana tras semana, vamos a acoger a jóvenes durante todo el verano, y también a jóvenes voluntarios de otros continentes para pasar dos o tres meses en Taizé, algo que no hemos podido hacer desde 2020.

Sentimos que los jóvenes están contentos de estar juntos y de rezar juntos, el canto en la oración común tiene una gran fuerza, aunque muchos de los más jóvenes de nuestros visitantes vienen por primera vez después de dos años de la pandemia. En este contexto, creo que hay una sed entre muchos jóvenes de amistad y de reflexión sobre el sentido de la vida.

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2 - Qué necesitan hoy los jóvenes: se encuentran cada vez más alejados de la Iglesia, no encuentran ya su lugar en las parroquias y ven la Iglesia como algo lejano de sus vidas…

Lamentablemente, vemos que incluso en los países donde las tradiciones cristianas siguen siendo fuertes, los jóvenes abandonan cada vez más la vida de las parroquias. Esta es una enorme cuestión para todas las iglesias.

¿Qué expresan los jóvenes con esto? Me parece que no es necesariamente que sean indiferentes, sino que hoy buscan nuevas formas para expresar su búsqueda espiritual. Por eso es tan importante caminar con ellos, escucharlos.

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3 – Las iglesias en Europa parecen cada vez más vacías de jóvenes. Sin embargo, el Sínodo al que nos ha llamado a vivir el Papa nos abre a vivir un proceso de escucha a todo el Pueblo de Dios, sin excluir a nadie. ¿Se ha vivido también en la comunidad esta primera fase del Sínodo? ¿Habéis tenido la ocasión de reflexionar sobre este momento de la Iglesia en la comunidad?

Sí, el Sínodo al que nos invita el Papa Francisco es un gran acontecimiento para la vida de la Iglesia. Nos hemos querido sumar al proceso proponiendo, a lo largo de la primavera, un taller de reflexión sobre el diálogo y la participación de todos en la Iglesia.

A partir de lo expresado por los jóvenes en estos encuentros, enviamos una contribución a la Conferencia Episcopal Francesa, un pasaje de la cual se incluyó en la síntesis nacional enviada a Roma.

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4 – Usted fue uno de los invitados a hablar en la apertura del camino sinodal de la Iglesia católica el pasado mes de septiembre. En su discurso usted habló de un sueño que tiene para los próximos años. ¿Nos puede decir cuál es este sueño?

Tuve la alegría de ser invitado a participar en la apertura del Sínodo el pasado mes de octubre. En mi intervención, he querido subrayar que, dentro de la propia Iglesia católica, el Sínodo sacará a la luz grandes diversidades, y que éstas serán tanto más fecundas si al mismo tiempo se profundiza también en la búsqueda de la comunión.

Y he expresado este sueño: ¿sería posible que un día, en el curso del Proceso Sinodal, no sólo los delegados, sino el pueblo de Dios, no sólo los católicos, sino los creyentes de las diversas Iglesias, fueran invitados a un gran encuentro ecuménico? Una reunión de este tipo tendría como núcleo una sobria celebración a la escucha de la palabra de Dios, con un largo momento de silencio y una intercesión por la paz. De este modo, descubriríamos que al estar unidos en Cristo nos volvemos artesanos de la paz.

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5 – En el mismo discurso de apertura del Sínodo, usted ha hablado sobre las “polarizaciones a nivel social, político y ético, que provocan nuevas fracturas en las sociedades, entre los países y hasta en las familias...”. Y en febrero llegó la guerra en Ucrania... ¿cómo habéis vivido este momento en vuestra comunidad que además en los últimos años ha vivido experiencias en los dos países?

La guerra en Ucrania es una tragedia. ¿Cómo es posible que el fuego de las armas y las bombas destroce a pueblos tan cercanos entre sí en tantos aspectos? Muchas familias tienen familias a ambos lados de la frontera... Durante una peregrinación a Rusia, Bielorrusia y Ucrania en 2015, con un pequeño grupo de jóvenes de varios países, fui testigo de ello al visitar un hospital en Kiev con soldados ucranianos heridos en combate.

Con nosotros estaba una joven rusa. Hace unos días, al estallar la guerra, esta joven rusa recordó esta visita y compartió esta historia: "Cuando entré en el hospital, me quedé paralizada de miedo y vergüenza. Al principio me resultaba difícil decir algo. Entonces empecé a contar que de niña iba todos los veranos a casa de mi abuelo en Ucrania, que mi primo había nacido en Ucrania. Entonces los soldados ucranianos empezaron a cambiar, uno de ellos dijo de repente que su mujer era rusa, luego otro que sus padres vivían en Rusia... Y quedó claro que, de hecho, estábamos muy unidos, que éramos como hermanos y hermanas".

Recemos para que estas semillas de convivencia y comunión no sean arrancadas por la locura de la guerra, sino que a la larga resulten más fuertes que esta tragedia.

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6 – Taizé ha sido siempre un lugar de reconciliación para las personas, también en los momentos más difíciles de toda Europa. ¿Cómo se puede seguir siendo esa “semilla de reconciliación” en estos momentos de oscuridad para el continente europeo?

Es cierto que la búsqueda de la reconciliación en la familia humana y entre nuestras Iglesias está en el corazón de nuestra vocación como comunidad, y es muy doloroso ver que la violencia y el odio prevalecen sobre la paz en tantos lugares del mundo. Sin embargo me parece que para seguir siendo portadores de la unidad y la reconciliación, siempre hay un camino abierto: hacer todo lo posible para vivir el encuentro personal. Acabamos de tener esta experiencia: tres hermanos fueron a reunirse con refugiados ucranianos en Polonia, República Checa y Eslovaquia, y pudieron ir a la propia Ucrania, a Lviv y Kiev. Trajeron el fruto de una colecta solidaria, pero se dieron cuenta de que el contacto personal es tan importante como la ayuda material. Para los que visitaron, fue un estímulo y una señal de que no se les olvida.

Tuvimos una experiencia similar durante nuestra peregrinación a Tierra Santa. Con 300 jóvenes de diferentes países, fuimos acogidos por los cristianos. Cada vez son menos, muchos tienen que abandonar su tierra. Estas visitas, signos de solidaridad, son esenciales para que puedan resistir. A través de esta peregrinación, comprendimos mejor que la reconciliación y la justicia deben ir de la mano.

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7 – A finales de agosto, la comunidad vivirá otra semana de reflexión para los jóvenes entre 18 y 35 años. ¿Nos puede adelantar algún tema que será central durante esta semana y los ponentes que participarán?

Sí, tendremos varios eventos este verano en Taizé, incluyendo una semana de reflexión para jóvenes adultos de 18 a 35 años, del 21 al 28 de agosto. Como todos los veranos, se explorará una amplia gama de temas espirituales y solidarios en talleres abiertos a todos.

Y un cierto número de jóvenes podrá elegir un programa especial sobre una emergencia ecológica: la salvaguardia de la biodiversidad, un tema que se abordará y desarrollará desde muchos puntos de vista.

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8 – Una última pregunta sobre la Iglesia en España. Habéis visitado el país para los Encuentros Europeos muchas veces en los últimos años. Madrid, Valencia, Barcelona en varias ocasiones... ¿qué recuerdo personal tiene de las visitas a España?

Nuestra comunidad de Taizé tiene muchos vínculos de amistad desde hace mucho tiempo con la Iglesia en España. El pasado mes de diciembre, estuvimos de nuevo en Barcelona para una oración en la basílica de la Sagrada Familia, y recientemente el cardenal Omella vino con sus obispos auxiliares a pasar unos días en Taizé.

También tenemos muchos recuerdos de los encuentros europeos que hemos celebrado en Madrid y Valencia en los últimos años. La hospitalidad que ofrecieron las parroquias y las familias fue muy impactante: las familias que tienen un vínculo más remoto con la Iglesia también acogieron a los jóvenes peregrinos. Hoy seguimos contando con la fe y la oración de tantas personas en España. Y me gustaría decir cuánto es esencial que el tesoro de la fe de este pueblo siga vivo. Esto requiere seguramente un esfuerzo de adaptación, para que las jóvenes generaciones descubran cómo vivir la fe de siempre en un mundo cambiante: no forzosamente a través de acontecimientos espectaculares, sino acercándose con gran sencillez a las fuentes de la fe. Confío en que la Iglesia en España encuentre este camino.

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