El Padre Patrik, en 'Herrera en COPE': "Son muchas vidas las que se han perdido en Nigeria"
El sacerdote asegura que "son muchos los cristianos los que han dado su vida por la fe" en Nigeria, uno de los países más peligrosos para creer en Cristo
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La Iglesia en Nigeria es una de las más pujantes del mundo, pero también una de las que más sufre el zarpazo de la violencia yihadista. Desde hace varios años Boko Haram y el Estado Islámico de África Occidental llevan a cabo una acción sistemática contra los cristianos, mientras en amplias regiones se ha impuesto la ley islámica. Ser cristiano es peligroso en Nigeria. Por ello, Ayuda a la Iglesia Necesitada dirige su campaña navideña al país africano.
En una entrevista concedida en 'Herrera en COPE', el padre Patrik asegura que “son muchos los que han dado su vida por la fe, los cristianos en Nigeria viven un momento muy dramático porque la sangre se mezcla con el vino, en el sentido de que hace mucho tiempo que vivimos en peligro y persecución. En un clima total de violencia hacia los sacerdotes, queman iglesias perseguidos por el yihadismo, ya sea a través de Boko Haram o de cualquiera de las organizaciones”.
Este constante miedo afecta al trabajo diario “y son muchas vidas las que se han perdido, no es fácil ser sacerdote, seminarista o religioso en Nigeria. Pero la esperanza no termina, la Iglesia sigue trasladando ese amor a los hombres”, asegura el sacerdote en COPE.
Entre las ayudas que va a ser posible financiar se encuentran vallas de seguridad, cámaras de vigilancia o coches para evitar a los sacerdotes de la diócesis de Pankshin tener que desplazarse a pie y ser un blanco fácil para los terroristas. También van a costearse formaciones para que sacerdotes y religiosas puedan ayudar a sus comunidades a superar las heridas psíquicas y espirituales generadas por la violencia, en particular a través del Centro de Atención al Trauma de Maidugu, que ha atendido a unas 2.000 personas en menos de cuatro años.
Junto a ello, resulta imprescindible el apoyo económico para que la Iglesia lleve a cabo su acción pastoral y garantice la adecuada formación para los futuros sacerdotes que llenan sus seminarios, un esperanzador indicador de vitalidad, que supone sin embargo un esfuerzo difícil de asumir para estas comunidades.