Ser misionero en el barrio más peligroso de Venezuela: "Las pandillas controlan la zona con metralletas"

Jesús Sánchez ha sido testigo de la degradación del país en los últimos doce años: "Los enfermos crónicos mueren por falta de medicamentos"

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Ser misionero en el barrio más peligroso de Venezuela: "Las pandillas controlan la zona con metralletas"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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Petare está considerado como uno de los barrios de Caracas y toda Venezuela más peligrosos de Sudamérica. Se considera el suburbio más grande de Hispanoamérica, con la mayor tasa de homicidios en el país gobernado por el Régimen de Maduro. La pobreza, el hambre o la escasez de medicamentos provoca la muerte de sus habitantes. El coronavirus tan solo es una “raya más para el tigre”, como dicen allí.

Petare está integrado por varios barrios, entre ellos Campo Rico, donde desde hace doce años se encuentra Jesús Sánchez, misionero cordobés que, tras la JMJ celebrada en Australia en el año 2008, decidió que quería ser sacerdote. Dejó todo por su vocación: una novia, su trabajo...

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Ahora, Jesús es párroco en una de las barriadas más peligrosas del planeta, y en 'Herrera en COPE' ha querido relatar su experiencia. Como hemos comentado, el coronavirus es tan solo un problema más, pero no el más acuciante: “En España tienen los ERTE si no trabajan, pero aquí quien no trabaja no cobra, y quien no cobra no come. Es la diferencia”, relata.

La cuarentena en Venezuela es diferente, sobre todo en zonas populares: “Las PCR se hacen en pocos en hospitales o clínicas públicas. El protocolo es que si das psoitivo, te aislan pero no en tu casa, porque te llevan a un lugar que estimen conveniente. Hoteles, hospitales, estadios...”

Un testigo de la degradación de Venezuela

El misionero español ha sido testigo, a lo largo de estos años, de la degradación de Venezuela, especialmente en el último lustro: “Aunque desde que llegué aquí se vio el declive año a año, se ha acelerado de manera crítica. Hay problemas económicos y de comida. Incluso esto parece que ha frenado la delincuencia, porque robar en la calle ya no da los frutos de antaño, porque el dinero ha perdido su valor y nadie lleva encima nada”.

Pese a que Campo Rico es uno de los barrios más peligrosos de América Latina, Jesús Sánchez reconoce que desde hace cinco años, la situación está más tranquila. Pero eso no hace que en Petare, donde se inserta esta zona, no haya zonas muy conflictivas, donde sean las pandillas callejeras las que dirijan el “cotarro”: Muchos de ellos están fuertemente armados, pero no con pistolas, sino con metralletas. Incluso lanzan en ocasiones granadas en las comisarías de policía. Parece de película, pero es la realidad”, subraya el religioso.

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Unos policías que tampoco son ángeles precisamente, al menos muchos de los agentes: “Los hay honrados, pero las nuevas generaciones aprovechan su poder para conseguir dinero de manera rápida a través de las extorsiones, secuestros..."

En cuanto a los hogares de Campo Rico, son muy humildes. Dentro de Petare las diferencias sociales son grandes, pero la mayoría de las viviendas están construídas con ladrillo y suelo de arena.

La ausencia de medicamentos, letal para enfermos crónicos

Jesús además ha visto morir a buena parte de sus vecinos por la ausencia de medicamentos, especialmente entre quienes sufren enfermedades crónicas: “Gente con azúcar, la tensión alta o problemas renales que necesitan pastillas diarias para controlr su dolencia, no disponen de ella, por lo que acaban muriendo. El otro día trataba de buscar unas pastillas en el barrio, y su coste dobla la del salario mínimo en Venezuela”, ha precisado el misionero cordobés.

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Los ancianos son los más castigados por esta situación que vive el país. Por ello, el sacerdote se emociona cuando piensa cómo vivirían sus padres en estas condiciones: “Me acuerdo de ellos. Aquí, después de trabajar toda una vida ahora les toca sobrevivir. Trabajan incluso más que durante su juventud”.