Siria, un país abandonado a su suerte un año después del terremoto: "Duermen con ropa por miedo"
A los trece años de guerra se suma el miedo de las familias a un nuevo sismo: 365 días después, los edificios están si reconstruir y la ayuda internacional se ha interrumpido
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Este martes, 6 de febrero, se cumple un año desde que España y el resto del mundo amaneciera con una terrible noticia que llegaba desde Turquía y Siria. Un devastador terremoto de 7,5 grados que dejaba 59.556 muertos y 121.704 heridos. Se trata de la peor catástrofe natural que ha devastado la región desde el terremoto de Izmit en 1999.
En Siria, el sismo dejó una huella indeleble en un pueblo ya marcado por trece años de conflicto y una subida de precios sin precedentes. A ello se suma el temor a nuevos temblores de la tierra.
La Iglesia trata de atender parte de las emergencias que padece esta población. Entre ellos se encuentra el marista Georges Sabé, que desde Alepo ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que socorra a los sirios, ya que desde el pasado 1 de enero está interrumpido la ayuda alimentaria del Programa de las Naciones Unidas para la Alimentación, que servía para alimentar a cerca de 5,6 millones de sirios
En una entrevista concedida a Vatican News, Georges Sabé cuenta que a diario ve edificios parcialmente destruidos y completamente peligrosos y, sin embargo, si uno de los pisos no ha sido destruido, suele estar habitado: "En principio, se supone que la gente no puede vivir allí. Pero hay personas que, por pobreza, por miseria, por el hecho de que era su antiguo hogar, deciden vivir allí".
"No somos mendigos"
Lo que paraliza a la población es el miedo. Tanto es así que son miles las personas que duermen con la ropa puesta ante el temor de una catástrofe natural parecida a la ocurrida hace 365 días: “Hay niños que, hasta ahora, han tenido grandes dificultades para separarse de sus padres, tanto por la noche como durante el día para algunos de ellos. Y ese es todo un trabajo que tenemos que hacer: tenemos que reconstruir los edificios, pero también la sensación de seguridad para mucha gente. Y no debemos olvidar que este trauma se basa en la experiencia de la guerra, con todas sus consecuencias”, ha explicado.
La crisis económica en Siria asola a millones de familias. Ahora en invierno, solo disponen de dos horas de electricidad al día: “Esto significa que buscamos constantemente formas de calentar nuestros hogares”, ha señalado el marista en Alepo.
Pese a este contexto, las ayudas que llegan del exterior son escasas. El Programa Mundial de Alimentos ha detenido toda la ayuda a Siria, bajo el pretexto de que “hay otros lugares donde intervenir”, ha comentado en la entrevista a 'Vatican News', aunque Georges Sabé hace un llamamiento a la comunidad internacional: “No somos mendigos, pero hemos sufrido tantas dificultades, tantos problemas, tantas desgracias que la ayuda de la humanidad debe ayudarnos a recuperarnos, no reducirnos a mendigos”, ha proclamado.
Pese a las dificultades, el marista en Alepo llama a la esperanza para, a partir de ella, “salir al encuentro de los demás, servirlos en la medida de lo posible y prestarles la ayuda que necesiten, siempre en la medida de lo posible”, ha precisado.