Pedro Zafra, sacerdote de Córdoba en Kiev, desvela la reacción de una embarazada que perdió a su bebé en la guerra de Ucrania
Más de mil días después de que estallara la guerra, el balance es desolador: once millones de desplazados, miles de civiles muertos y centenares de niños: "Nosotros seguimos al servicio de la gente anunciando a Jesucristo"
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Unos 12.000 civiles muertos, entre ellos más de 600 niños, y unos once millones de desplazados. Es el balance que deja los más de mil días de la guerra de Ucrania, cuando apenas quedan tres meses para que se cumplan tres años de la invasión rusa al país del Este europeo.
El conflicto, lejos de llegar a su fin, se ha intensificado en las últimas horas. De hecho, crece el miedo entre la población ucraniana por las represaliar que podría tomar Rusia tras el lanzamiento de misiles contra su territorio por parte de EEUU y Reino Unido.
Actualmente, la ONU estima que unas 17 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. En este contexto, las comunidades cristianas no han dejado de acompañar en lo que pueden a la población para transmitirles una palabra de esperanza.
El estado de ánimo de la población ucraniana tras tres años de guerra: "Incertidumbre"
Entre los sacerdotes se encuentra Pedro Zafra, cordobés que es vicario parroquial de la Asunción de la Virgen María en Kiev. En 'Ecclesia al día' ha relatado que la situación en el país “es de incertidumbre“ ante la posibilidad de un ataque masivo, aunque por el momento, afortunadamente, no se ha producido.
“La noche ha sido tranquila y ahora también. Nosotros seguimos al servicio de la gente anunciando a Jesucristo, que ha muerto y resucitado y no les deja en esta situación”, ha aseverado.
Mil días después de que estallara el conflicto bélico, la población ucraniana por un lado se ha habituado a vivir en la incertidumbre, pero por otro hay miedo, por ejemplo a ser reclutados en el ejército. La nota dominante es la desesperanza, como apunta Pedro Zafra, que sin embargo señala que muchos fieles han seguido acercándose a Jesucristo.
“Estamos haciendo catequesis los sábados para los niños, jóvenes y adultos, y vemos que pese a toda esta situación la gente sigue buscando una respuesta en Jesucristo. Humanamente no hay esperanza, pero nosotros, como católicos, vivimos siempre estos acontecimientos sabiendo que Dios es el de la historia y sabe por qué está sucediendo todo esto y que de todo mal se saca un bien”, ha explicado el sacerdote español en Kiev.
La muerte de un ser querido en tiempos de guerra: "Las palabras humanas no sirven"
Quienes peor lo pasan son aquellos que han perdido seres queridos en la guerra. Lo peor es cuando la víctima son niños, y el duelo de sus padres. De hecho, en su intención de oración de noviembre, el Papa Francisco lo ha dirigido a aquellos padres que han perdido un hijo ante cualquier circunstancia.
En esta situación, subraya Zafra, “las palabras humanas no sirven por más que tratemos de consolar a la gente. Nosotros lo que podemos testimoniar es lo que hemos vivido, que existe la resurrección”.
Y es que el sacerdote cordobés sabe de lo que habla, al haber conocido estos tres años testimonios de todo tipo: “Hace poco conocí la experiencia de un matrimonio en el que la mujer, embarazada, perdió al niño en el útero. Tras perderlo, ella bendijo a Dios y dijo que existe la resurrección. Por tanto, gente que ha perdido a sus seres queridos es complicado, pero nosotros siempre estamos obligados a dar una palabra de ayuda, ánimo y decir que existe el cielo”, ha precisado.
Una vez superado el shock de la guerra, la población trata de recuperar en la medida de lo posible la normalidad, si es que es posible cuando las bombas amenazan tu vida. En la parroquia de la Asunción de la Virgen María en Kiev, los sacerdotes comienzan el día con la oración para luego continuar cada uno con sus obligaciones.
Cuestionado si el pueblo ucraniano tiene más fe desde que comenzó la guerra, Zafra ha comentado que “cada persona lo vive de manera distinta. Ha habido gente que ha venido, por ejemplo una madre con dos niños que ha venido a la parroquia para recibir un poco de ayuda como alimentos, ropa... pero después empezaron a venir, sus hijos se prepararon para los sacramentos...”