Los misterios que se celebran en Semana Santa
Estos días se pone especial acento en la Resurrección, pero son más los misterios que se celebran y se concentran en tan solo una semana
Madrid - Publicado el - Actualizado
6 min lectura
La Semana Santa es el tiempo en el que la Iglesia vive los últimos días de la vida de Jesús. La atención se centra especialmente en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección. Este último es el misterio que, junto con la Encarnación y Nacimiento de Jesús, que da sentido a la fe cristiana. Si Jesús, que es Dios, no hubiese resucitado como dijo que haría, ¿qué sentido tendría todo lo anterior?
Ese misterio de la Resurrección es el cúlmen a toda una vida que es, en sí, misterio. Desde el Catecismo de la Iglesia Católica te explicamos todo lo que se va a celebrar en tan solo unos pocos días.
Toda la vida de Jesús es misterio
Aunque en la Semana Santa se ponga el acento en la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, lo primero que hay que recordar es que TODA la vida de Jesús es misterio.
Desde su Encarnación hasta la Pascua (pasión, crucifixión, muerte, sepultura, descenso a los infiernos, resurrección y ascención), la vida terrena de Jesús es un misterio que se contempla también desde esos misterios.
De hecho, muchos son los datos que llaman la atención de la vida de Jesús...y que no están en el Evangelio. ¿Qué comía? ¿A qué jugaba en su infancia y con quién? Estas curiosidades "más humanas" no figuran, precisamente, porque para lo que Jesús viene al mundo es para anunciar el Reino de Dios y que Él es el Mesías.
Sí que se conocen datos de contexto que ayudan a conocer a la persona histórica de Jesús. Su pertenencia al linaje de David, rey de los judíos del Antiguo Testamento, su vida como judío bajo dominio romano de Herodes y Pilatos, su presentación en el templo siguiendo el rito semita, su residencia en Nazaret, su profesión de carpintero, son algunos de ellos.
Las tres erres de Jesús
La vida de Cristo que se recuerda ahora que está cercana su Pasión, Muerte y Resurrección es, en sí y entera, Revelación. Sus obras, sus palabras, milagros y silencios dan a entender su naturaleza divina y su contacto permanente con Dios Padre.
Toda la vida de Jesús es también, por tanto, misterio de Redención. La sangre que vierte Cristo en su Pasión y su Muerte es la que nos redime de nuestros pecados. Sin embargo, su palabra y obra antes de eso, también forman parte de ese misterio.
De hecho, desde que nace "nos da la Vida", se hace Dios vivo entre nosotros. Su Palabra nos habla de la Vida ,con sus curaciones libra de las enfermedades y el dolor y con su Resurrección nos justifica.
Estas constantes en la vida de Jesús de Revelación de un Dios de Redención dan lugar a la tercera "erre": la Recapitulación. Es decir, todo lo que es, dice y obra Jesús en su vida tiene como fin restablecernos a imagen y semejanza de Dios, como estamos creados por él, pero dañados por el pecado de Adán.
La Muerte de Jesús
Los cuatro Evangelios dan fe y testimonio de que Jesús murió en Jerusalén. Fue sentenciado a muerte por las autoridades religiosas – sacerdotes, escribas, doctores de la ley y fariseos- pero no por todos ellos.
De hecho, personajes coetáneos de Jesús, como Nicodemo o José de Arimatea pertenecían a esas clases sociales, pero eran discípulos suyos. El Evangelio de San Juan muestra, por ejemplo, como esa decisión de condenar a Jesús a muerte no fue por unanimidad. El pueblo, el Sanedrín – tribunal de los sumos sacerdotes y doctores de la ley judía -, Pilatos y Judas son corresponsables de la condena. Sin embargo, es importante aclarar que el pueblo judío no es responsable como colectivo del hecho histórico de la muerte de Jesús. De hecho, esta afirmación está ratificada por el Concilio Vaticano II.
La autoría de la muerte de Jesús no es del pueblo judío, es de todos. Tuya y mía. La Pasión y Muerte de Jesús es por todos los pecados cometidos, que se cometen y que se van a cometer en el futuro. Lo dice San Francisco de Asís: "Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía"
¿Por qué tenía que morir Jesús? Eso lo sabe Dios, formaba parte de su designio. Es otro misterio para nosotros. La siguiente pregunta que puede surgir es: "¿Por qué permite Dios que maten a su hijo?" Dios lo que permite son los actos de ceguera de los hombres de entonces...para que sucediera todo lo que se cuenta en el Evangelio y, en definitiva, su plan de salvación.
La Muerte de Jesús es también la entrega que Dios hace de Su Hijo, la entrega libre de Jesús por nosotros, para que, por su muerte, el hombre se reconciliara con Dios.
Ese es el designio de Dios para con nosotros, que recuerda el Catecismo. La Muerte de Jesús no es para que nosotros amemos a Dios, si no para recordarnos que Él nos amó primero y hasta el punto de entregarnos a Jesús, que muere por nosotros, por amor a nosotros.
La Muerte de Jesús es, por tanto, querida por Dios, aceptada por Jesús (una decisión libre) , como un sacrificio por nosotros y por obediencia al Padre.
Resurrección
Cristo murió en la Cruz por nosotros, pero murió. Eso es lo que celebramos el Sábado Santo. Es el tiempo en que se prepara su Resurrección: "ha muerto para volver a la vida". La muerte de Jesús deja otro detalle y es que su cuerpo no sufrió la corrupción, no se pudrió. Se dice que la corrupción comenzaba a atacar a la carne al cuarto día y Jesús resucitó al tercero, como recoge el Catecismo.
Los cristianos somos sepultados con Cristo en la Resurrección en el sacramento del Bautismo. La "inmersión" en el agua recuerda la "estancia en el sepulcro" y la salida del agua a "el nacimiento a una nueva vida".
La Resurrección de Cristo es la verdad que culmina la fe de los cristianos. Lo que ha prometido Dios se ha cumplido en la persona de Jesús, que lo había anunciado por el Padre. Existen evidencias históricas que acompañan a este hecho, que ha dado origen a una fe de más de dos mil años.
Hay fuentes cristianas de la Resurrección, como son los Evangelios. En ellos, se cuenta cómo Juan, por ejemplo, dice que entró y vio el sudario y las mortajas con las que envolvieron el cuerpo, pero no el cuerpo. Es el mismo caso que las mujeres, que fueron las primeras en dar nuevas de lo que había sucedido. Otro caso son las sucesivas apariciones de Jesús a los discípulos y su posterior confusión por la presencia de Jesús resucitado Por lo tanto, la Resurrección no probó la fe de los discípulos, más bien al contrario: invita a pensar que pudo no ser producto de la fe.
El caso de San Pablo es post-Cristo, es otra fuente. Él recibió por las Escrituras esa noticia y por boca de los discípulos de Jesús.
La Resurrección de Jesús no es un retorno de la muerte, como lo que Jesús había hecho con Lázaro o la hija de Jairo. De hecho, ellos, murieron dos veces. Jesús no, no de la misma manera. De hecho, tras estar un tiempo de nuevo entre los apóstoles, ascendió al cielo. He ahí el misterio.
Lo esencial de la Resurrección, y que celebramos en Semana Santa es que se cumple en Jesús todo lo que ha dicho y enseñado, como enviado de Dios Padre. Él ha anunciado que esa Resurrección es la que nos espera a los cristianos. "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe".