El alcalde de Madrid destaca de Benedicto XVI su lucidez, su valentía y su humildad

José Luis Martínez-Almeida asegura que el Pontífice ha sido "protagonista trascendental en la historia espiritual de Europa y del mundo en los últimos cincuenta años"

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Columna de Silvia Rodríguez en COPE Bierzo- (Benedicto XVI, portador de fe y esperanza)

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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«Un Papa para la eternidad». Así es el título del artículo publicado por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en la Fundación Pablo XVI. Reconociendo que "no es una tarea sencilla ofrecer una semblanza breve de Benedicto XVI", le sitúa como "protagonista trascendental en la historia espiritual de Europa y del mundo de los últimos cincuenta años". Tres son los rasgos distintivo que destaca sobre su magisterio y su personalidad: su lucidez, su valentía y su humildad.

«En primer lugar, la lucidez que demostró a la hora de llamar la atención sobre un tipo de tiranía disimulada y, precisamente por ello, doblemente peligrosa. Me refiero a su constante alerta sobre lo que él llamaba la “dictadura del relativismo”», asegura el alcalde, destacando que han pasado 18 años de la homilía del Pontífice en la Eucaristía previa al cónclave y que siguen siendo actuales: “Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja solo como medida última al propio yo y sus apetencias”.

Siguió sirviendo al Evangelio

Por otra parte, la valentía porque "su figura, su figura, como la de Jesús, fue piedra de escándalo y signo de contradicción. Todos recordamos los ataques que recibió durante sus años como papa, embates de una virulencia a veces sorprendente hasta caer en la calumnia pura y dura". Así, para Martínez-Almeida, "Benedicto XVI no se arredró ante las críticas y siguió sirviendo con su vida al Evangelio y con su intelecto a la Verdad con la misma imperturbabilidad de siempre. Sin levantar la voz. Pero tampoco sin bajarla".

Por último, destaca su humildad. "De manera discreta e infatigable tuvo que enfrentarse a problemas difíciles y sacar adelante misiones poco menos que imposibles trabajando a la sombra de una figura como el papa Wojty?a. No quiero ni pensar la de preocupaciones y momentos penosos y llenos de ansiedad que tuvo que soportar. Y nunca se le escuchó una queja", asegura.

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