Benedicto XVI, en su testamento espiritual: "¡Manténganse firmes en la fe!"

En el texto, escrito en agosto de 2006, el Papa emérito Benedicto XVI tiene unas palabras de agradecimiento a todos los que le han acompañado durante su vida

Benedicto XVI, en su testamento espiritual: "¡Manténganse firmes en la fe!"

Redacción Religión

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Tras el fallecimiento del Papa emérito Benedicto XVI, se ha hecho público su testamento espiritual, un texto que escribió el 29 de agosto de 2006, poco más de un año después de que le nombraran pontífice. En él, hace un repaso de su vida, agradeciendo a todos los que le han acompañado e invitando a todos los integrantes de la Iglesia a mantenerse "firmes en la fe".

Las primeras palabras son de agradecimiento a Dios: "Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien".

A su familia

A continuación, Benedicto XVI se acuerda de su familia, comenzando por sus padres: "Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente".

Y dedica unas palabras a sus hermanos: "Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin su constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta".

En este punto, recuerda sus orígenes y agradece al Señor su "hermosa patria en los Prealpes bávaros". "Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen apartar de la fe", han sido sus palabras, en las que también se ha acordado de Italia, que asegura "se ha convertido en mi segunda patria".

Petición de perdón

Tras las palabras de agradecimiento, el Papa emérito también pedía perdón a todos aquellos que hubiera podido ofender a lo largo de su vida: "A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón".

En su testamento espiritual, Benedicto XVI se dirigía a "todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio" y les mandaba un claro mensaje: "¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!". Unas palabras que desgranaba poniendo el foco en la ciencia y la teología: "A menudo parece como si la ciencia fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que solo parecen ser competencia de la ciencia".

Camino, verdad y vida

"Desde hace sesenta años, acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo", añadía.

Para terminar, hacía una petición: "Pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día".

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