Primeras horas en la fila para orar frente a Benedicto XVI y darle el último adiós
Desde el Vaticano, Pablo H. Breijo comparte en ECCLESIA su experiencia en la fila que cruza la Plaza de San Pedro
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Roma amanece fría. Como casi siempre en estas fechas del año. Con la humedad del río Tiber envolviendo a todo aquel que camina por sus calles y con el tráfico caótico de coches que caracteriza a la ciudad. Antes de las 9:30 de la mañana una gran fila de personas espera ya su turno para acceder a San Pedro, en el Vaticano.
Laicos, familias, sacerdotes y religiosas aguardan la apertura de la basílica para orar frente a los restos mortales del Papa Emérito Benedicto XVI.
El ejército, los carabineros y la gendarmería vigilan los accesos. Todo delimitado con vallas. El primero de ellos en la Via della Conciliazione, donde registran bolsos y mochilas, y pasan el detector de metales. Acceder con botellas está prohibido. La fila que cruza la plaza de San Pedro transcurre despacio hasta llegar a la entrada del templo, donde parece coger ritmo.
Mientras las personas caminan para dar su último adiós al Papa Emérito Benedicto XVI resuena en la basílica un Kyrie Eleison - Señor, ten piedad - que eleva el alma. Detrás del baldaquino se está celebrando la Eucaristía.
Es casi mediodía y la fila transita más rápido que antes. El silencio y el murmullo de los fieles solo se interrumpe por el 'prego' de la gendarmería vaticana que agiliza el movimiento para que nadie se detenga frente a Benedicto XVI más tiempo del establecido. Algunas personas hacen la genuflexión, otras se santiguan, otras se quedan mirando a la vez que parecen rezar en su interior y muchos alzan sus móviles para hacer fotos o grabar un vídeo.
Tan solo es posible estar unos segundos frente a los restos mortales del Papa Emérito y muchas personas se quedan en la parte lateral queriendo estar presentes junto a Benedicto XVI unos instantes más. Lo hacen de pie o de rodillas, muchos con el rosario en la mano, mientras continúan poniendo sus ojos en el rostro, en la casulla roja o en la mitra del Papa Emérito. Algunos no desean abandonar aquel lateral de la basílica y la aglomeración se rompe cuando el personal del Vaticano vuelve a mencionar el anteriormente escuchado "prego" para que la gente tome el rumbo de salida hacia el exterior del templo.
El cuerpo de Benedicto XVI está flanqueado y custodiado por dos guardias suizos y junto al cirio pascual. A sus lados hay unas pocas filas de sillas con reclinatorios donde algunas personas como obispos, sacerdotes y algunas familias con niños rezan por tiempo prolongado.
La fila que cruza el umbral de entrada de la basílica de San Pedro no cesa en las primeras horas del dos de enero de 2023 para dar el último adiós y rezar ante los restos mortales de Benedicto XVI.