El mensaje de Juan Pablo II a Gorbachov el día que la URSS retomó relaciones con el Vaticano 70 años después

El 1 de diciembre de 1989 el dirigente soviético fue recibido por el Papa polaco, poniéndose fin a 70 años de ruptura diplomática. La libertad religiosa fue protagonista

El mensaje de Juan Pablo II a Gorbachov el día que la URSS retomó relaciones con el Vaticano 70 años después

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Ha muerto Mijail Gorbachov, el último líder de la Unión Soviética (URSS) que dio los primeros pasos de la Rusia moderna, lo que en historia contemporánea se conoció como la Perestroika. Se marcha así, a los 91 años, una de las figuras más destacadas del último tramo del siglo XX y uno de los artífices del final de la Guerra Fría.

Su labor al frente del comunismo de la URSS está siendo reconocida a raíz de su fallecimiento gracias a sus políticas reformistas que llevó al final del imperio soviético. Además, durante su mandato se produjeron algunos hitos y fotografías para la historia, más allá de la caída del Muro de Berlín.

Por ejemplo, el encuentro de Gorbachov con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano tras más de setenta años sin relaciones diplomáticas. Y es que desde que estallara la Revolución Rusa en 1917, no se había producido un encuentro entre un dirigente del país del este europeo y un obispo de Roma. Todo cambió el 1 de diciembre de 1989, apenas dos semanas antes de la caída del Muro.

La entrevista entre Juan Pablo II y Gorbachov

La entrevista entre ambos líderes suscitó el interés internacional, máxime por el papel de Karol Wojty?a en la lucha contra el régimen soviético. No había más que leer la ficha técnica de los documentos policiales. Dibujaban de Juan Pablo II una figura inteligente, un gran organizador con un carisma irrefrenable especialmente con los jóvenes, a los que podía atraer a la religión católica.

Además, los agentes comunistas de la URSS sospechaban que, en la década de los años cuarenta, el futuro Papa tenía acceso a determinados documentos que implicaban a la Unión Soviética en la matanza del bosque de Katyn cometidos en mayo de 1940 y atribuida a los nazis, y en la que fallecieron unas 22.000 personas.

La entrevista entre Gorbachov y el Papa polaco se prolongó por un periodo de una hora en la gran sala del Trono. Fue el tiempo que se tardó en restablecer las relaciones perdidas setenta años antes. Junto al dirigente de la URSS se encontraba su esposa Raisa.

Tras la reunión, Gorbachov invitó a Juan Pablo II a visitar Rusia y anunció la promulgación de una ley que permitiría la libertad religiosa en el imperio. El Papa pos su parte mostró apoyo decidido a las reformas que representaban la Perestroika.

El discurso de Juan Pablo II tras la reunión con Gorbachov

Tras el encuentro con el mandatario ruso, el Pontífice polaco mostró su gratitud por la visita, que Karol Wojty?a no dudó en ensalzar por tratarse de “un acontecimiento importante en la historia de las relaciones de la Unión Soviética con la Sede Apostólica, y como tal es considerada con profundo interés por los católicos del mundo entero, así como por todos los hombres de buena voluntad”.

En este sentido, mostró el interés de la Santa Sede por las medidas reformistas que había puesto en marcha Gorbachov para favorecer “toda iniciativa que sirva para proteger y armonizar mejor los derechos y los deberes de la persona y de los pueblos con el fin de salvaguardar la paz en Europa y en el mundo”.

Juan Pablo II mostraba en su alocución la esperanza por que aquel encuentro entre ambos constituyera “una semilla cargada de promesas para el futuro, pues nos permite mirar con mayor confianza el porvenir de las comunidades de los creyentes en la Unión Soviética”, expresó aquel 1 de diciembre de 1989, donde además lamentó la persecución religiosa que millones de ciudadanos sufrieron “por causa de su fe”.

El Santo Padre hacía referencia a la ley de libertad religiosa que anteriormente Gorbachov había anunciado implementaría en el imperio tras décadas de persecuciones: “En este momento hago mía la espera de millones de conciudadanos suyos de que la ley sobre la libertad de conciencia, que pronto se discutirá en el Soviet Supremo, contribuya a garantizar a todos los creyentes el pleno ejercicio del derecho a la libertad religiosa, que es fundamento de las demás libertades. Mi pensamiento va particularmente a aquellos cristianos que viven en la Unión Soviética, en plena comunión con la Sede Apostólica”.

“En un clima de recuperada libertad, los católicos podrán así colaborar adecuadamente con los hermanos de la Iglesia Ortodoxa, tan cercanos a nosotros, puesto que con ellos tenemos un patrimonio común y con ellos queremos trabajar en un renovado empeño ecuménico para anunciar el Evangelio de Cristo a las nuevas generaciones y para colaborar juntos en el vasto campo de la promoción humana, en espera de reconstruir aquella unidad querida por Cristo para su Iglesia”, continuó argumentando en su discurso.

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Además de la libertad religiosa, Juan Pablo II hizo alusión al contexto internacional que rodeaba aquella histórica cita, como es trabajar en favor de la paz y de la colaboración en el mundo, así como romper la división en dos bloques que desde el final de la Segunda Guerra Mundial imperaba.

“Al final del segundo milenio de la Era Cristiana, la Iglesia se dirige a todos aquellos que se preocupan de la suerte de la Humanidad, para que se unan en un compromiso común por la elevación material y espiritual. Esa preocupación por el hombre no sólo puede llevar a la superación de las tensiones internacionales y al fin del enfrentamiento entre los bloques, sino que también puede favorecer el nacimiento de una solidaridad universal sobre todo con respecto a los países en vías de desarrollo”.