La historia del Vía Crucis en el Coliseo, una antigua tradición que rememora las etapas de la Pasión de Cristo
En 1964 el papa Pablo VI acudió al Anfiteatro Flavio para presidir el rito y, desde entonces, todos los años acude el sucesor de San Pedro
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Uno de los eventos que más caracteriza la Semana Santa en Roma es, sin ninguna duda, el Vía Crucis en uno de los escenarios más evocadores y únicos que solamente la Ciudad Eterna es capaz de ofrecer, el Coliseo.
Este Vía Crucis viene celebrado por el mismo Papa durante el recorrido que va desde el Coliseo hasta el Templo de Venus. Representa los últimos momentos dramáticos de la Pasión de Cristo y, especialmente en el último tramo, se crea una atmósfera conmovedora, cerca del Convento de San Buenaventura en el Palatino.
Fue en el año 1749 cuando el Papa Benedicto XIV declaró el Coliseo de Roma la casa de todos los santos. Ordenó entonces la construcción de un Vía Crucis alrededor de la arena, “impregnada de la sangre de los mártires” cristianos que murieron durante el Imperio. Es allí donde el Santo Padre celebra tradicionalmente el Vía Crucis. Tras decenas de años de olvido, volvió a celebrarse en 1925. En 1964, el papa San Pablo VI acudió al Coliseo para presidir el rito y, desde entonces, todos los años acude el sucesor de San Pedro.
Rememorar las etapas de la Pasión de Cristo
La tradición indica que se debe caminar en grupo dentro de un recorrido que rememora las etapas de la Pasión de Cristo. En cada Estación el grupo se detiene haciendo una oración, la lectura de un fragmento del Evangelio y un canto. En 1991, el Papa san Juan Pablo II reforma las Estaciones con la intención de acercar ecuménicamente a todas las confesiones cristianas. El nuevo Vía Crucis consta de 15 estaciones (en vez de 14) basadas en el Nuevo Testamento y se inicia con la oración de Jesús en el huerto del Getsemaní y finaliza con la Resurrección de Cristo. No obstante, la forma tradicional sigue siendo la más practicada por las Iglesias.
Según las regulaciones actuales sobre las indulgencias, las Estaciones de la Cruz se pueden hacer durante todo el año, pero son especialmente significativas durante la Cuaresma y el Viernes Santo. La intención de la tradición es recordar a los fieles el llamado de Cristo a los mártires para que sigan sus pasos.
Los textos de la meditación
El Papa puede llevar personalmente la cruz o bien presidir la celebración desde un palco en la Colina Palatina, mientras otros llevan la cruz. Cada año una persona o grupo de personas es invitado a escribir los textos de la meditación que serán leídos en cada una de las Estaciones. El año pasado un grupo de niños y jóvenes escribió las meditaciones del Vía Crucis.
En la iglesia católica el ejercicio del Vía Crucis concede la indulgencia plenaria, de acuerdo con las habituales condiciones establecidas por la iglesia.
Para obtener la indulgencia los fieles tendrán que rezar deteniéndose en cada una de las Estaciones para meditar sobre el misterio de la Pasión. La misma indulgencia se podrá aplicar a quien físicamente no puede visitar las Estaciones siempre y cuando realice la meditación de 30 minutos sobre la Pasión.