El Papa Francisco pide a las hermandades "llevar la belleza de Cristo al pueblo"
En una carta dirigida al II Congreso de Hermandades y Piedad Popular, el Santo Padre propone a los participantes algunos retos
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En un mensaje dirigido al II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que se celebra en Sevilla del 4 al 8 de diciembre de 2024, el Papa Francisco hace un llamamiento a las hermandades para que sean "eficaces evangelizadoras" y lleven la "belleza" de Cristo al pueblo. El Santo Padre, en su carta propone un "trisagio" con tres retos para las hermandades: "la eficacia evangelizadora de nuestro esfuerzo, la belleza de nuestro testimonio de vida y un corazón lleno de caridad escondida".
La importancia de la "belleza" en el testimonio de vida
Francisco destaca la importancia de las hermandades como expresión de la fe arraigada en la familia y la comunidad. "Nuestra vida es un peregrinaje, una continua estación de penitencia", escribe, citando a San Manuel González, "que empieza, el de ida, en Cristo y termina en el pueblo, y empieza en el pueblo, el de vuelta, y termina en Cristo".
El Papa subraya la belleza que se encuentra en la diversidad de las personas que integran las hermandades. "Qué entrañable ver a los niños con sus trajes de niño, haciendo los trabajos de niños: llevar el agua, las cestas del incienso, sintiéndose importantes en lo que hacen, y a la vez anhelando poder crecer, y vestir el traje de los grandes, para poder cargar la cruz, para poder ponerse bajo el manto de su Santísima Madre", describe el Pontífice. Esta diversidad, según Francisco, es "escuela" y "camino" que lleva al servicio a Dios.
"Locos de amor por Dios"
Francisco anima a los miembros de las hermandades a ser "locos de amor por Dios", como aquellos que derraman lágrimas "llorando con Cristo que llora, acompañando a Cristo abandonado, poniendo su corazón muy cerca del Corazón de Cristo". El Papa reconoce que muchos pueden ver este esfuerzo como algo sin sentido, pero asegura que son "locos de amor por Dios" que buscan "tocar el corazón de su pueblo, para llevarles a Dios".
El Papa Francisco describe la procesión con su "cortejo acompasado por el ritmo de una oración silenciosa, que sobrecoge el corazón de quien lo ve". Ya sea cargando un paso, acompañando, vistiendo un hábito de penitencia o portando un rosario, todos comparten "el mismo fervor, el mismo amor, notas de una misma partitura que sólo juntas trazan un canto de alabanza".
La "caridad escondida" en el servicio al prójimo
El Pontífice recuerda a las hermandades que el pueblo "tiene hambre de verdad, de cariño, de bienestar, de justicia, de cielo y, quizás, sin que se dé cuenta, de Dios". Las "lágrimas de su corazón", las "desgarradoras lágrimas de su alma, no nos pueden dejar impasibles", afirma Francisco. El Papa describe el regreso a casa tras la procesión como un momento para "transparentar ese regocijo, esa belleza, ese amor desbordante, que se comunica a nuestros hijos, a nuestras familias, amigos, vecinos".