Papúa Nueva Guinea: el país de las 850 lenguas donde el Papa Francisco se reunirá con los niños de la calle
Tras seis horas de vuelo, Jorge Mario Bergoglio aterrizará al país oceánico, único continente que hasta ahora se le resistía, donde volverá le esperan dos jornadas intensas
Roma - Publicado el - Actualizado
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La brújula de Francisco pone rumbo a Oceanía, el único continente que se le había resistido en su pontificado. Francisco tenía previsto visitar el país hace 4 años, cuando irrumpió la pandemia, por lo que tuvo que retrasarse hasta este momento. Situado al norte de Australia, Papúa Nueva Guinea se encuentra entre los países con menor índice de desarrollo humano del planeta (IDH). En la mayor parte del país no hay agua potable, electricidad, ni gas natural, viven en una economía de subsistencia. Aunque dispone de muchos recursos naturales, el terreno accidentado dificulta la explotación e incrementa los costes. Su esperanza de vida es de 56 años.
La inmensa mayoría de la población es protestante (los católicos representan el 31% de la población, que se acerca a los 11 millones). Entre sus más de 1000 tribus se hablan cerca de 860 lenguas, pero las principales son el inglés, el tok-pisin, el hiri y el motu. Como curiosidad, en este país se habla la lengua más sencilla de aprender y hablar de todo el mundo: el portoni no tiene gramática y el vocabulario dispone de apenas 1.750 palabras.
El Pontífice permanecerá en Papúa Nueva Guinea algo más de 48 horas. El último Papa que visitó el país fue Juan Pablo II en 1995 (también estuvo en 1984). Francisco no se quedará únicamente en la capital, Port Moresby sino que se desplazará también a Vanimo, una pequeña localidad de poco menos de 10.000 habitantes donde existe una próspera comunidad católica en la que trabajan varios misioneros argentinos.
Con una superficie de 462.840 kilómetros cuadrados, Papúa Nueva Guinea es una república independiente desde 1975. La otra mitad de la isla pertenece a Indonesia.
El Papa visita un país que aún se está recuperando de la avalancha que el pasado mes de mayo produjo más de 670 los muertos cuando la aldea de Kaokalam, a 600 kilómetros de la capital del país, Port Moresby, quedó arrasada por una capa de rocas y tierra de entre seis y ocho metros de profundidad.
La agenda del Papa en Papúa Nueva Guinea
Tras seis horas de vuelo, el viernes 6 de septiembre llegará a Port Moresby, donde aterrizará al filo de las siete de la tarde (hora local, 11:00 en España) y se trasladará directamente a la Nunciatura, que será su residencia, para adaptarse al nuevo horario.
El sábado 7, además de los encuentros oficiales en la moderna “Apec Haus”, donde se reúnen los líderes de los pueblos de este país, visitará a niños de la calle y a discapacitados en la “Caritas Technical Secondary School”, fundada en 1995 por las Hermanas de la Caridad de Jesús, que forman parte de la familia salesiana. Atienden a unos 100 niños, a los que ofrecen educación y alimentación 4 días a la semana, y cuando los pequeños pueden leer y escribir, se les inscribe en una escuela para que continúen su educación. Su principal objetivo es ofrecer a los niños de la calle las mismas oportunidades que tienen los demás para que puedan tener un futuro mejor. Cerca de 900 pequeños pertenecientes a dos asociaciones, una dedicada especialmente a personas con discapacidad y otra, el “Street Ministey”, con la misión especifica de ayudar a los pequeños que viven en la calle. Dos niños plantearán preguntas al Papa en representación del resto.
El Papa se reunirá con Sir Bob Dadae, el Gobernador General, el funcionario de mayor rango del país, que actúa como representante del monarca de Papúa Nueva Guinea, el Rey Carlos III. Como miembro de la Commonwealth, Papúa Nueva Guinea reconoce al monarca británico como soberano. El Gobernador General, que actúa en nombre del monarca, desempeña funciones ceremoniales y ejerce ciertos poderes recogidos en la Constitución del país, mientras que el poder ejecutivo recae en el Primer Ministro y en el Parlamento de Papúa Nueva Guinea.
En su cita con las autoridades se reencontrará con Mundiya Kepanga, uno de los líderes indígenas de Papúa Nueva Guinea y jefe de la tribu Huli, a quien recibió recientemente en el Vaticano. El líder indígena hizo al Papa participe de su compromiso contra la deforestación, que ha experimentado una espectacular aceleración en el país en los últimos años.
La habitual reunión con obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, a la que también acudirán de los países vecinos, entre ellos las islas Salomón, tendrá lugar en el Santuario de Maria Auxiliadora de Port Moresby
El domingo 8 de septiembre el Pontífice, después de celebrar Misa en el Estadio Sir Jhon Guise, con capacidad para unos 23.000 fieles, se desplazará al interior de la selva tropical, Vanimo, a más de dos horas de avión para visitar a los indígenas y a los misioneros de esta zona recóndita. Una población aislada y de difícil acceso de cerca de 10.000 personas en el norte del país, donde prometió acudir a un misionero argentino de 35 años, Martín Prado. Allí también se reunirá en conversación privada con la pequeña comunidad de misioneros, en su mayoría del Verbo Encarnado, que atienden a la población desde hace más de 27 años.
Antes de abandonar la segunda isla más grande del mundo rumbo a Timor Oriental, penúltima etapa de su viaje, se reunirá con los jóvenes en el estadio “Sir Jhon Guise”, El estadio lleva el nombre de quien fuera el primer gobernador general de Papúa Nueva Guinea y y acogerá a unos 20.000 jóvenes.
La comunidad católica que se encontrará el Papa en Papúa Nueva Guinea
Los primeros misioneros católicos llegaron a Papúa Nueva Guinea apenas hace un siglo, y en estos momentos hay 19 circunscripciones eclesiásticas, con 29 obispos en 390 parroquias. Dispone de 600 sacerdotes, 405 seminaristas mayores, 204 hermanos, 943 religiosas consagradas, y 2.933 catequistas.
El Papa encontrará una Iglesia multicultural en un país que está sufriendo una gran transformación, aunque permanecen muchas costumbres tribales y todavía existen comunidades a las que solo se llega caminando, en bote o en canoa.
Durante la Segunda Guerra Mundial muchos misioneros católicos que trabajaban en la evangelización de Papúa Nueva Guinea fueron asesinados por el ejército japonés, acusados de ser espías al servicio de Estados Unidos. Entre ellos se encontraba el obispo alemán Joseph Lörks, que fue brutalmente torturado. Tras la derrota japonesa en la Batalla del Mar de Bismarc, en marzo de 1943, varios misioneros, católicos y protestantes, incluido el obispo Lörks fueron conducidos a bordo del destructor japonés Akikaze. El 17 de marzo el capitán del destructor recibió la orden de fusilar a todos los misioneros y los cuerpos fueron arrojados al océano. Al final de la guerra, casi el 90% de las infraestructuras creadas por los religiosos habían sido completamente destruidas por los japoneses que habían intentado borrar la fe cristiana de aquella tierra.