Cantalamessa pide firmeza en la fe frente a la teoría nietzscheana del 'superhombre' que impera en Occidente
Como es habitual, el predicador de la casa Pontificia ha pronunciado la homilía durante la celebración de la Pasión de Cristo que ha presidido el Papa Francisco
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El Papa Francisco ha presidido la celebración de la Pasión de Cristo en la basílica de San Pedro, en la que se ha procedido a la lectura del relato de la Pasión y Muerte de Jesús en latín. No obstante, sus problemas de rodilla le han impedido arrodillarse ante la cruz, pero sí que ha permanecido en silencio durante el inicio de los Oficios del Viernes Santo en silla de ruedas.
Como es habitual en este día, Francisco no ha pronunciado la homilía, siendo el encargado de hacerlo el predicador de la casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, quien ha recordado al inicio que desde hace más de 2.000 años, la Iglesia anuncia y celebra “la muerte del Hijo de Dios en la cruz”.
No obstante, Cantalamessa ha advertido que otra muerte de Dios está siendo proclamada en el mundo occidental de hoy, cada vez más secularizada. Una muerte cultural de Dios, asegura, que es ideológica: “Algunos teólogos, para no quedarse atrás, se apresuraron a construir sobre ella una teología: La teología de la muerte de Dios".
Una muerte de Dios que, a juicio del predicador de la casa Pontificia, encuentra su máximo exponente en la figura de Nietzsche y su teoría del superhombre.
“En la lógica de estas palabras - y, creo, en las expectativas del autor - estaba que, después de él, la historia no se dividiera más en Antes de Cristo y Después de Cristo, más bien en Antes de Nietzsche y Después de Nietzsche”, ha precisado en la homilía.
Raniero Cantalamessa cree que con esta teoría del superhombre de Nietzsche, y que muchos habitantes de occidente defienden a juzgar por sus actos, se persigue suplantar a Dios por el hombre. No obstante, el predicador defiende que “no tardaremos mucho en darnos cuenta que, dejado a sí mismo, el hombre no es nada”, ha sostenido.
Para Cantalamessa, esta teoría es una moda que se respira “en los círculos intelectuales del Occidente posmoderno”, donde se ha impuesto el relativismo en todos los campos (ética, lenguaje, filosofía, arte o la religión): “Todo es líquido, o incluso vaporoso. En la época del romanticismo la gente se deleitaba en la melancolía, hoy en el nihilismo”, ha lamentado.
Frente a ello, el predicador de la casa Pontificia defiende que la historia y la experiencia personal de los creyentes nos dice que “detrás de este mito hay una verdad trascendente que ninguna narración histórica o razonamiento filosófico podría transmitirnos”.