La devoción de las poblaciones indígenas a Santa Ana, muy presente en los actos del Papa en Canadá

Es precisamente este cariño a esta santa lo que le ha llevado a Francisco a viajar a este país precisamente en la fecha en la que se celebra su fiesta, el 26 de julio

La devoción de las poblaciones indígenas a Santa Ana, muy presente en los actos del Papa en Canadá

Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

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Cuando en marzo y abril de 2022 el Papa Francisco recibió en el Vaticano a los líderes de los pueblos indígenas, les aseguró que estaba muy conmovido por la devoción que tenían a Santa Ana, la madre de la Virgen María. Es precisamente este cariño a santa Ana lo que le ha llevado a viajar a Canadá precisamente en la fecha en la que se celebra su fiesta, el 26 de julio. Hoy en día se puede afirmar que la devoción a Santa Ana es “la devoción” por antonomasia de los católicos canadienses.

Fueron los primeros colonos y misioneros quienes llevaron hasta las tierras conocidas entonces como Nueva Francia la devoción a la abuela de Jesús. En Quebec se encuentra el Santuario nacional de Santa Ana de Beaupré, uno de los más populares de América del Norte.

Un gran número de colonos se asentó en las colinas de Beaupré, a 35 km al norte de Quebec, porque el suelo era sumamente fértil. Las primeras casas se edificaron en 1650 y entre ellas, una de las primeras fue una capilla, que por unanimidad estaría dedicada a Santa Ana, puesto que en su construcción intervinieron numerosos navegantes y Santa Ana también es su patrona.

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Cuenta la tradición que un colono llamado Louis Guimont sufría de grandes dolores en la espalda y como era muy devoto de esta santa, a pesar de los dolores cargó con tres piedras para colocarlas en los cimientos de lo que sería la iglesia. Al finalizar comprobó que los dolores habían desaparecido por completo. Fue el primero de muchos favores concedidos a lo largo de los siglos por la intercesión de la madre de la Virgen María a cientos de miles de peregrinos que acuden al Santuario desde distintos lugares de América del Norte.

La antigua iglesia se reconstruyó por completo en 1876 gracias a las contribuciones de los católicos de Canadá. Desde 1878 es atendida por los Padres Redentoristas. Como curiosidad, a ambos lados de la puerta principal se apiñan gran cantidad de muletas, bastones, vendajes, sillas de ruedas… Todas ellas pertenecen a quienes, tras rezar a Santa Ana, regresan curados a sus casas.

El mayor de los tesoros de Beaupré son las reliquias de Santa Ana. La primera de ellas, un dedo de la abuela de Jesús fue expuesto por primera vez para veneración el 12 de mayo de 1670, y que desde entonces ha sido motivo de gran devoción. En los últimos tiempos se han agregado otras tres reliquias: el hueso de la muñeca Santa Ana y otro segmento más de antebrazo.

Como curiosidad, muchos turistas acuden para ver una de las escasas copias autentificadas que existen de la Pietà de Miguel Ángel. El jueves 28 de julio el Papa Francisco acudirá al Santuario para celebrar Misa junto a todos los peregrinos a primera hora de la mañana.

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Peregrinación anual al lago de Santa Ana

En el día de la fiesta de San Joaquín y Santa Ana el Papa Francisco viajará hasta el Lago de Santa Ana, en el centro de la región de Alberta, y a 75 km de Edmonton, donde tiene lugar la más importante peregrinación anual de los católicos canadienses.

Desde hace 100 años cada mes de julio, miles de peregrinos se dirigen a las orillas de este lago en busca de sanación y renovación espiritual. Se ha convertido en la convocatoria que reúne a más fieles del país.

Los Sioux fueron los primeros en denominar a este lugar “Lago de Dios”, para ellos era también un lugar sagrado de veneración ancestral y la historia ha querido que se convierta en un punto de unión entre las comunidades indígenas que vivían previamente en Canadá y el catolicismo.

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DAN RIEDLHUBER/St. Albert Gazette

Las abuelas son especialmente veneradas en la cultura indígena, por este motivo el primer sacerdote católico en establecer una misión en este lugar, Jean-Baptiste Thibault, no dudó en bautizarlo como Lago de Santa Ana. Más tarde, en julio de 1889, los misioneros Oblatos de María Inmaculada organizaron la primera peregrinación anual a Santa Ana, fruto, según la tradición, de una inspiración divina, antes de que se cerrara la misión.

Uno de estos misioneros viajó a Francia y mientras visitaba el Santuario de Ste Anne d'Auray, tuvo una revelación. Debería construir junto al lago un santuario en honor de la abuela de Jesús y convertirlo en un centro de peregrinación para que los fieles recibieran ayuda espiritual. La primera peregrinación tuvo lugar en 1889 y muy pronto se convirtió en un auténtico acontecimiento anual, que atrae cada año a cerca de 40.000 peregrinos. Muchos de ellos son indígenas católicos pertenecientes a las Primeras Naciones que asisten fielmente cada año.

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DAN RIEDLHUBER/St. Albert Gazette

Los Oblatos de María Inmaculada han trabajado continuamente en este lugar desde entonces. El 26 de julio de 2000, en el año del gran Jubileo, se adoptó la decisión de que la organización de esta la Peregrinación estuviera dirigida por una asociación de la que forman parte los indígenas católicos de distintas tribus con el fin de preservar, fortalecer y facilitar la naturaleza espiritual de la Peregrinación.

Este lugar de peregrinaje al que acudirá el Papa francisco ha sido declarado lugar de protección histórico nacional por el Gobierno de Canadá en 2004.

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