El Papa Francisco pide ponerse "manos a la obra" para "construir juntos un futuro de paz"
El Papa ha pronunciado su primer discurso en Mongolia ante las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático: "Estoy feliz por haber viajado hasta esta tierra fascinante"
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El Papa Francisco ha dedicado el primer día en Mongolia a descansar, sobre todo a causa del cambio de hora, y este sábado ha empezado su 43º Viaje Apostólico, como de tradición, dando su primer discurso ante las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático. Tras agradecer al Presidente la acogida recibida en Ulán Bator, Francisco ha empezado su primer discurso en el país: “Estoy feliz por haber viajado hasta esta tierra fascinante y vasta, hasta este pueblo que conoce bien el significado y el valor del camino”.
Francisco ha dedicado gran parte de su discurso reflexionando sobre las 'ger', las casas tradicionales de este país: “Imagino entrar por primera vez, con respeto y emoción, en una de estas tiendas circulares que salpican la majestuosa tierra mongola, para encontrarme con ustedes y conocerlos mejor”.
“Aquí estoy a la puerta, peregrino de la amistad, llegando de puntillas y con el corazón alegre, deseoso de enriquecerme humanamente con vuestra presencia”, ha dicho Francisco.
El Papa Francisco ha recordado además que las relaciones entre Mongolia y la Santa Sede son recientes – este año se celebra el 30 aniversario de la firma de una carta para reforzar las relaciones bilaterales – y ha llevado al país una copia de la carta que envió el Gran Kan al Papa Inocencio IV: “Esta se conserva en la Biblioteca Vaticana y hoy tengo el honor de entregarles una copia auténtica, realizada con las técnicas más avanzadas para garantizar la mejor calidad posible. Que este pueda ser un signo de amistad antigua que crece y se renueva”.
Uno de los primeros temas que ha tocado el Papa ante las autoridades del país ha sido el del cuidado de la creación: “Lo que para nosotros cristianos es la creación, es decir, el fruto de un benévolo designio de Dios, ustedes nos ayudan a reconocer y a promover con delicadeza y atención, contrastando los efectos de la devastación humana con una cultura del cuidado y de la previsión, que se refleja en políticas de ecología responsable”.
Volviendo a reflexionar sobre “las ger”, el Papa ha subrayado como estas son el precioso connubio entre la tradición y la modernidad: “Acomunan la vida de los ancianos y los jóvenes, expresando la continuidad del pueblo mongol, que desde la antigüedad hasta el presente ha sabido custodiar las propias raíces, abriéndose, especialmente en los últimos decenios, a los grandes desafíos globales del desarrollo y de la democracia”.
Francisco ha destacado como Mongolia “desempeña un papel significativo en el corazón del gran continente asiático y en el escenario internacional”: “Quisiera mencionar también vuestra determinación a detener la proliferación nuclear y a presentarse al mundo como un país sin armas nucleares. Mongolia no es solo una nación democrática que lleva adelante una política exterior pacífica, sino que se propone realizar un papel importante para la paz mundial”.
El Obispo de Roma llega a Mongolia en un aniversario importante para el país: los 860 años del nacimiento de Gengis Kan. “Quiera el cielo que, sobre la tierra, devastada por tantos conflictos, se recreen también hoy, en el respeto de las leyes internacionales, las condiciones de aquello que en un tiempo fue la pax mongola, es decir, la ausencia de conflictos”, ha afirmado Francisco en su primer discurso.
El Papa ha pedido que “pasen las nubes oscuras de la guerra, que se disipen por la firme voluntad de una fraternidad universal en la que las tensiones se resuelvan sobre la base del encuentro y del diálogo, y que a todos se les garanticen los derechos fundamentales. Aquí, en vuestro país, rico de historia y de cielo, imploremos este don de lo alto y pongámonos manos a la obra para construir juntos un futuro de paz”.
Francisco ha vuelto su mirada también a la pequeña comunidad católica del país y el Papa ha afirmado ser contento de, aun siendo pequeña y discreta, “participe con entusiasmo y compromiso en el camino de crecimiento del país, difundiendo la cultura de la solidaridad, del respeto por todos y del diálogo interreligioso, y entregándose a la causa de la justicia, la paz y la armonía social”.
Recordando el lema elegido para este viaje - “Esperar juntos” - el Santo Padre ha recordado como “la Iglesia católica, institución antigua y difundida en casi todos los países, es testigo de una tradición espiritual, noble y fecunda, que ha contribuido al desarrollo de naciones enteras en muchos campos de la vida del hombre, desde la ciencia a la literatura, desde el arte a la política. Estoy seguro de que también los católicos mongoles están y estarán dispuestos a dar su propia contribución a una sociedad próspera y segura, en diálogo y colaboración con todos los que habitan en esta tierra grande besada por el cielo”.
“Que los distintos miembros de la sociedad mongola, aquí representados, puedan seguir ofreciendo al mundo la belleza y la nobleza de un pueblo único. Que, como vuestra escritura, puedan permanecer “en pie” y levantar a tantos que sufren a su alrededor, recordando a todos la dignidad de cada ser humano, llamado a habitar la casa terrena abrazando el cielo. Bayarlalaa! [¡Gracias!]”, ha finalizado así su primer discurso el Papa Francisco en Ulán Bator ante las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático.