Enrico Caruso: el célebre tenor de ópera que salvó su alma gracias a la atención médica de San José Moscatí
El cantante napolitano fue diagnosticado de una enfermedad incurable. En Nápoles fue atendido por San José Moscatí, quien le ayudó a recibir los sacramentos antes de la muerte
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El pasado 2 de agosto se cumplió un siglo del fallecimiento, a los 48 años de edad, del célebre tenor Enrico Caruso. El cantante de ópera, primera gran celebridad de la industria discográfica, pudo salvar su alma en los últimos instantes de su vida gracias a la presencia del doctor Giuseppe Moscatí, canonizado en octubre de 1987 por el Papa San Juan Pablo II.
Nació en Nápoles un 27 de febrero de 1873. Hijo de una familia numerosa, pronto descubrió que su gran pasión era el canto.
El párroco de la iglesia de Sant'Anna delle Paludi (Santa Ana de los Pantanos), el sacerdote Giuseppe Bronzetti, fue quien le introdujo al coro de la parroquia, donde aprendió a cantar a temprana edad. Después ampliaría sus horizontes con la 'Misa' de Saverio Mercadante y con la farsa 'I briganti nel giardino di Don Raffaele' ('Los bandidos en el jardín de Don Rafael') de Alessandro Fasanaro.
Una enfermedad corporal para sanar las heridas del alma
Tras su salto a la fama, que le llevó a grabar discos en Milán e, incluso, en Nueva York, fue diagnosticado por error de una pleuresía purulenta, motivo por el que tuvo que abandonar su carrera musical. El agravamiento de la enfermedad por las intervenciones que le habían realizado le llevó a encaminarse a Roma para ser operado. No obstante, tuvo que detenerse en Nápoles.
Fue en esta ciudad donde le atendió el doctor Giuseppe Moscatí, mientras Caruso se alojaba en el hotel Vesuvio. En lugar de la pleuresía mencionada por los otros médicos, Moscatí le diagnosticó "una forma poco común de absceso subfrénico izquierdo". También padecía de una sepsis generalizada que hacía de su condición una enfermedad terminal.
Los documentos de la causa de canonización de San José Moscatí relatan uno de los momentos finales del cantante: "Cuando el famoso tenor Enrico Caruso lo llamó a su cabecera, (Moscati) le recordó que había consultado a todos los médicos, pero que no había consultado a Jesucristo. Caruso respondió: 'Doctor, haga usted lo que quiera'... Llamó al confesor y se le administraron los sacramentos".
Finalmente, Caruso falleció en su natal Nápoles el 2 de agosto de 1921 atendido por el santo doctor, quien le transmitió en todo momento la confianza en Dios y le ayudó a alcanzar la Vida eterna.