AUDIENCIA 21 MARZO 2018

Francisco pide a Cristo Eucaristía que sea medicina para nuestras debilidades

Miles de peregrinos han acudido esta mañana desde primeras horas a la Plaza de San pedro para asistir a la Audiencia del Papa Francisco y escuchar sus palabras en este 21 de marzo, miércoles de la V Semana de Cuaresma y a pocos días de comenzar la Semana Santa con la Entrada Triunfal del Señor en Jerusalén el próximo 25, Domingo de Ramos. Durante su alocución, el Pontífice retomó las catequesis sobre la Santa Misa, hoy centrándose en el momento de la Comunión.

Francisco en la catequesis

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Formar parte del banquete de bodas del Cordero es una invitación que nos alegra y al mismo tiempo nos empuja a un examen de conciencia iluminado por la fe: lo dijo el Papa durante la Audiencia General del miércoles 21 de marzo.

“La vida cristiana es una vida que debe florecer: en las obras de caridad, en hacer el bien... Pero si no tienes raíces, no puedes florecer y ¿quién es la raíz? ¡Jesús! Si no estás con Jesús, allí, en la raíz, no florecerás”.

Lee aquí las palabras del Papa en español 

Así dio inicio a la Catequesis en la que meditó a partir del Evangelio según san Juan, capítulo 6, versículos 54 y 55 sobre la Liturgia Eucarística: “Celebramos la Misa para nutrirnos de Cristo, que se nos da en la Palabra y en el Sacramento del Altar. En el momento de la comunión que hoy contemplamos, Jesús se nos sigue dando en su Cuerpo y en su Sangre, por el ministerio de la Iglesia, como hizo con los discípulos en la Última Cena. Después de la Fracción del Pan, el sacerdote nos invita a mirar «al Cordero que quita el pecado del mundo», reconociendo la distancia que nos separa de la santidad de Dios y de su bondad al darnos como medicina su preciosa Sangre, derramada para el perdón de los pecados. Somos, por tanto, convocados «al banquete de bodas del Cordero», reconociéndonos indignos de que entre en nuestra casa, pero confiados en la fuerza de su Palabra salvadora”, expresó.

Explayándose en italiano, el Papa explicó que formar parte del banquete de bodas del Cordero es una invitación que nos alegra y al mismo tiempo nos empuja a un examen de conciencia iluminado por la fe, dado que, si por una parte vemos la distancia que nos separa de la santidad de Cristo, por la otra creemos que su Sangre es derramada para la remisión de los pecados. “Todos fuimos perdonados en el Bautismo, y somos o seremos perdonados cada vez que nos acerquemos al sacramento de la penitencia”, recordó, e instó una vez más a no olvidar que Jesús “no se cansa de perdonar”, sino que “somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón”.

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