La historia de conversión de un preso condenado a muerte gracias a las oraciones de Santa Teresa de Lisieux
La santa tenía 14 años cuando conoció el caso de un asesino que no había mostrado arrepentimiento por sus delitos. Tras rezar por él, se convirtió antes de ser ejecutado
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Santa Teresita del Niño Jesús es reconocida como una destacable monja y patrona de las Misiones. Sin embargo, también se conocen relatos de ella anteriores a su ingreso al convento. Y es que, aún siendo una niña, Teresa de Lisieux estaba profundamente unida a Dios.
En 1887, cuando Teresa contaba 14 años de edad, pudo conocer el caso de Henri Pranzini, un hombre que había asesinado a tres mujeres, entre ellas, una niña. Después del juicio al que fue sometido, Pranzini fue condenado a muerte por guillotina, aunque no mostró arrepentimiento en ningún momento.
Con profunda preocupación por el alma de aquel hombre, Santa Teresa de Lisieux comenzó a rezar por su conversión.
Prazini tampoco se confesó cuando el sacerdote que se encontraba presente en su ejecución se lo ofreció. Sin embargo, Santa Teresa relata que "de repente, atrapado por una inspiración súbita, se dio vuelta, tomó el crucifijo que le presentó el sacerdote y besó sus sagradas heridas tres veces. Entonces su alma fue a recibir la oración misericordiosa de Aquel que declara que en el Cielo habrá más alegría para un pecador que hace penitencia que para 99 hombres justos que no la necesitan".
Santa Teresa de Lisieux: patrona de las misiones desde la clausura
Santa Teresita del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresa de Lisieux, fue una religiosa que falleció con tan solo 24 años. No obstante, esto no le impidió dejar una profunda huella en la Iglesia. Nacida en Alençon (Francia) en el año 1873, desde muy joven siente la vocación a la vida religiosa. Tras su entrada a la Orden carmelita, ejerció su labor en el convento de manera ejemplar, infundiendo en las otras novicias un profundo deseo de santidad.
Entre sus escritos, destaca una meditación acerca del capítulo 13 de la primera carta a los corintios, redactada por San Pablo. En dicha meditación, Santa Teresita realiza un camino por las diversas vocaciones existentes dentro de la Iglesia, queriendo ella ser todas pero sin encontrar el camino adecuado. Al final de su oración con este texto, concluye que ha sido llamada a ser parte del Corazón de Cristo, llamada al amor que mueve toda la Iglesia desde la clausura del convento.
Fallece a los 24 años, siendo canonizada en 1925 por el Papa Pío XI y declarada Patrona de las Misiones, junto con el jesuita San Francisco Javier.