¿Por qué celebramos la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre?

Porque fue el 8 de diciembre de 1854 cuando el Papa Pío IX ( Pío nono), declaró el dogma sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen con la bula 'Ineffabilis Deus'.

Monumento a la Inmaculada Concepción en la Plaza de España en Roma

Raquel Pérez Polo

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

La Inmaculada Concepción es uno de los cuatro dogmas marianos: la maternidad divina, la virginidad perpetua y la suposición al cielo en cuerpo y alma.

El dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, con la bula "Ineffabilis Deus" en la que el Santo Padre dejaba claro que "el inefable Dios, cuya conducta es misericordia y verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de límite a límite con fortaleza y dispone suavemente todas las cosas, habiendo, previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilísima de todo el género humano, que había de provenir de la transgresión de Adán, y habiendo decretado, con plan misterioso escondido desde la eternidad, llevar al cabo la primitiva obra de su misericordia, con plan todavía más secreto, por medio de la encarnación del Verbo, para que no pereciese el hombre impulsado a la culpa por la astucia de la diabólica maldad y para que lo que iba a caer en el primer Adán fuese restaurado más felizmente en el segundo, eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en solo ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual, tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios" ("Ineffabilis Deus").

¿A qué se refería el Pontífice al declarar de forma solemne que la Virgen María estaba libre de pecado? María era hija de Joaquín y Ana, hombre y mujer, pero la concepción de la Virgen fue especial, "escuchen estas nuestras palabras todos nuestros queridísimos hijos de la católica Iglesia, y continúen, con fervor cada vez más encendido de piedad, religión y amor, venerando, invocando, orando a la santísima Madre de Dios, la Virgen María, concebida sin mancha de pecado original, y acudan con toda confianza a esta dulcísima Madre de misericordia y gracia en todos los peligros, angustias, necesidades, y en todas las situaciones oscuras y tremendas de la vida. Pues nada se ha de temer, de nada hay que desesperar, si ella nos guía, patrocina, favorece, protege, pues tiene para con nosotros un corazón maternal, y ocupada en los negocios de nuestra salvación, se preocupa de todo el linaje humano, constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y colocada por encima de todos los coros de los ángeles y coros de los santos, situada a la derecha de su unigénito Hijo nuestro Señor Jesucristo, alcanza con sus valiosísimos ruegos maternales y encuentra lo que busca, y no puede, quedar decepcionada" ("Ineffabilis Deus").

Y a lo largo de toda su vida, María, dice Pio IX en el punto 15 de la bula, fue 'Inmaculada', "la carne de la Virgen tomada de Adán no recibió las manchas de Adán, y, de consiguiente, que la Virgen Santísima es el tabernáculo creado por el mismo Dios, formado por el Espíritu Santo, y que es verdaderamente de púrpura, que el nuevo Beseleel elaboró con variadas labores de oro, y que Ella es, y con razón se la celebra, como la primera y exclusiva obra de Dios, y como la que salió ilesa de los igníferos dardos del maligno, y como la que hermosa por naturaleza y totalmente inocente, apareció al mundo como aurora brillantísima en su Concepción Inmaculada. Pues no caía bien que aquel objeto de elección fuese atacado, de la universal miseria, pues, diferenciándose inmensamente de los demás, participó de la naturaleza, no de la culpa; más aún, muy mucho convenía que como el unigénito tuvo Padre en el cielo, a quien los serafines ensalzan por Santísimo, tuviese también en la tierra Madre que no hubiera jamás sufrido mengua en el brillo de su santidad" ("Ineffabilis Deus").

La tradición se remonta al año 1857, tres años después de la proclamación del dogma y fue el mismo Pío nono quien lo visitó por primera vez bendiciendolo desde la balconada del Palazzo di Spagna. El monumento obra de Luis Poletti, erigido por orden de Felipe IV, reposa sobre una columna de 11,81 ms hallada en el Monasterio de Santa María de la Inmaculada Concepción, en el Campo de Marte, en 1777, de mármol de Corinto. En la base están adosadas las figuras de David, Isaías, Ezequiel, y Moisés, se supone que cada uno de ellos protagonista de alguno de los pasos dados hacia la configuración del dogma. Las cuatro caras de la base contienen escenas en bajo relieve de la definición del dogma, del sueño de San José, de la comunión de la Virgen y de la Anunciación. La estatua de la Virgen, obra del escultor Giuseppe Obici (1807-1878). La Virgen posa los pies sobre una esfera con la media luna que a su vez, reposa sobre los cuatro evangelistas representados por sus símbolos, a saber, el ángel de San Mateo, el león de San Marcos, el toro de San Lucas, y el águila de San Juan.

Desde entonces todos los Obispos de Roma acuden los días 8 de diciembre a rendir honores a la Virgen. El 8 de diciembre de 2004, en el 150º aniversario del Dogma, el Papa Juan Pablo II, rezaba así:

"¡Virgen Inmaculada!

Una vez más estamos aquí para honrarte,

al pie de esta columna,

desde la cual tú velas con amor

sobre Roma y sobre el mundo entero,

desde que, hace 150 años,

el beato Pío IX proclamó,

como verdad de la fe católica,

tu preservación de toda mancha de pecado,

en previsión de la muerte y resurrección

de tu Hijo Jesucristo".

En 2016, el Papa Francisco, acudía fiel a la cita el día de la Inmaculada Concepción:

"Bajo tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia. Tu corazón está lleno de ternura hacia todos tus hijos:

la ternura de Dios, que en ti se ha encarnado y se ha hecho nuestro hermano, Jesús, Salvador de todo hombre y de toda mujer", decía en 2015 Francisco, en el acto de Veneración a la Inmaculada en la Plaza de España.

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