Roma prepara la conmemoración del Padre Pío con la exposición de una reliquia con la sangre de sus estigmas
Desde hace veinte años, varios fieles de más de 600 grupos de oración distintos se congregan en la iglesia de San Salvatore in Lauro para venerar al santo de Pietrelcina
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La iglesia de San Salvatore in Lauro (Roma) acogerá una reliquia de que contiene sangre de los estigmas de San Pío de Pietrelcina, cuya conmemoración se celebrará el próximo 23 de septiembre.
No es la primera vez que esta parroquia expone esta reliquia. Desde hace veinte años, varios fieles de más de 600 grupos de oración distintos se congregan en la iglesia del centro de Roma para rezar ante la sangre que brotó de las heridas que Cristo le inflingió al Padre Pío, haciéndole partícipe de Su Pasión durante cincuenta años, hasta su muerte. Además de la sangre, el santuario también ha expuesto el manto, los guantes y las vendas que el fraile capuchino llevó en vida.
El 22 de septiembre tendrá lugar en el templo la Misa del Tránsito, una Eucaristía presidida por Mons. Mauro Piacenza y que conmemorará el fallecimiento del Padre Pío. Al día siguiente, tendrá lugar la Misa correspondiente a la festividad del santo de Pietrelcina, presidida por Mons. Angelo Comastri.
Además, la tarde del 23 de septiembre se producirá la bendición de Protección Civil de Roma, tanto de sus medios como de sus trabajadores, que celebran su fiesta el mismo día desde su establecimiento en el año 2004.
La vida del Padre Pío: dones extraordinarios y una vida entregada a Dios
Francesco Forgione nació en Pietrelcina, en el año 1887. Ya desde niño experimentó circunstancias extraordinarias, apareciéndosele la Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús. A pesar de que pertenecía a una familia que vivía en la pobreza, su sencillez fue destacable.
Siendo joven, Francesco se sintió llamado a la vida religiosa, por lo que ingresó en la Orden de los Capuchinos -una de las ramas de la Orden franciscana-, donde recibió el nombre de Pío. Después de entrar en la orden, fue ordenado sacerdote.
Poco tiempo después, fue enviado a la comunidad que se encontraba en San Giovanni Rotondo, localidad en la que permaneció hasta su muerte. Allí comenzó su labor ministerial y recibió varios dones, como la bilocación o el habla y entendimiento perfectos de varios idiomas que ni siquiera conocía, como el inglés o el francés.
Con su tiempo repartido entre el confesionario, la Eucaristía y sus deberes apostólicos y para con la comunidad, el Padre Pío recibió los estigmas de la Pasión del Señor el 20 de septiembre de 1918, heridas de la cruz con las que convivió durante los siguientes cincuenta años, hasta poco antes de su muerte en 1968.