El Vaticano pone a disposición de los investigadores todos los archivos secretos sobre Pío XII

La fecha escogida para la apertura no ha sido al azar. El 2 de marzo de 1939 Pío XII era elegido pontífice (1939-1958). Una fecha que coincide además con la de su nacimiento en Roma en 1876.

La decisión fue tomada por el propio Papa Francisco para aclarar esta etapa tan complicada y difícil de la historia que en sus propias palabras: “tuvo momentos de dificultad, de decisiones duras, de prudencia humana y cristiana que algunos pueden tomar por reticencia y que fueron, en cambio, intentos de ayudar”. Una decisión que se fundamenta, recordaba Francisco, en que “La Iglesia no tiene miedo de la historia, sino que la ama”.

En cuanto los investigadores accedan a documentos claves sobre las decisiones y acciones adoptadas por Pío XII en aquella etapa se podrá poner fin a la infundada leyenda negra que existe sobre su pontificado. Sus detractores le acusan de no haber levantado la voz contra Hitler. Existen ya muchos documentos que demuestran lo contrario. Pío XII consiguió poner a salvo a muchos judíos para que no fueran deportados combinando decisiones prudentes con astucia y habilidad diplomática. Aunque a algunos estas decisiones podrán seguir resultándoles insuficientes consiguieron proteger a judíos, cristianos y disidentes en un período de gran oscuridad.

Si Francisco no hubiera ordenado adelantar esta apertura, según el calendario normal, los documentos se desclasifican por pontificados enteros al cabo de 70 años, y el de Pío XII debería abrirse en 2028.

El trabajo durante los últimos 14 años ha sido gigantesco. Poner en orden y catalogar documentos que suman 16 millones de páginas, entre sobres y expedientes, que proceden tanto de la secretaria de Estado como del resto del Vaticano, incluidas las Nunciaturas.

Es importante aclarar que los conocidos históricamente como Archivos Secretos Vaticanos, por decisión personal del Papa Francisco pasaron a denominarse simplemente Archivo Apostólico Vaticano. Entre ellos se encuentran, además de los de la Secretaría de Estado, que contienen documentos de alto valor histórico como son los  concordatos, acuerdos y negociaciones diplomáticas; los que corresponden a la Congregación para la Doctrina de la Fe, que corresponde al del antiguo Santo Oficio, donde se conservan las causas más delicadas, cubiertas hasta ahora por el llamado “secreto pontificio”; el de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (antigua Propaganda Fide), que es el mayor archivo misionero del mundo; los de la Congregación de las Causas de los Santos, los de los tribunales de la Penitenciaría Apostólica y Rota Romana, el de las Iglesias Orientales e incluso el de la Fábrica de San Pedro.

Hay que recordar que, en 1965, Pablo VI ya entregó a los investigadores una parte de los archivos correspondientes a la Segunda Guerra Mundial. Un gran equipo de historiadores jesuitas, trabajando contra reloj consiguieron seleccionar y publicar en 1965 volúmenes con las Actas y documentos de la Santa Sede sobre la Segunda Guerra Mundial.

La apertura de los archivos ha recibido muchas reacciones positivas de las distintas federaciones judías. Los judíos españoles, por ejemplo, han aplaudido la decisión del Papa y su implicación en la investigación histórica. El rabino David Rosen, director de Asuntos Interreligiosos del American Jewish Comitee, aseguraba que: “Es particularmente importante que los expertos de los institutos de memoria del Holocausto en Israel y EE. UU evalúen lo mejor posible los archivos históricos del más terrible de los tiempos, para reconocer tanto los fallos como los valientes esfuerzos hechos durante el periodo de la Shoah”.

La gran operación de rescate de judíos impulsada por Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial

En el año 2014 se celebró el congreso “Pío XII, el Papa de la Caridad”, en el que salieron a la luz numerosos documentos, archivos y testimonios de los propios judíos que confirmaban el empeño de Pío XII en ponerlos a salvo. En concreto se demostró que los monasterios y conventos romanos escondieron judíos entre sus muros. Conseguían alimentos para los refugiados pese al racionamiento, y respetaban siempre las prácticas religiosas judías.

Recopilando y actualizando toda la información de la que se dispone hasta ahora, Pío XII y sus colaboradores protegieron y ayudaron a 6.288 judíos: 336 fueron ocultados en los colegios pontificios y las parroquias de Roma; 4.112 se escondieron en 235 monasterios; 160 se resguardaron en el Vaticano y sus sedes extraterritoriales y 1.680 judíos extranjeros fueron ayudados con apoyo económico del Vaticano. En total, Pío XII ayudó al 63,04 % de los judíos, es decir, dos tercios de los 9.975 (8.000 romanos y 1.975 extranjeros) que estuvieron en Roma durante la persecución nazi.

A estos datos habrá que añadir la información que los investigadores descubran con la apertura de los archivos.

Por poner un ejemplo, los diarios de una de las monjas agustinas del convento romano de los Cuatro Santos Coronados, revelan que

Pío XII dio instrucciones a la madre superiora para que acogiera a fugitivos judíos, entre los que figuró Amalia Viterbo, sobrina de Palmiro Togliatti, uno de los líderes del Partido Comunista Italiano. Cuando las SS empezaron a entrar en los monasterios de clausura, la madre superiora consiguió documentos falsos para sus protegidos.

La inmensa tarea de rescate promovida por Pío XII recibió el agradecimiento público de numerosas personalidades y organizaciones judías al término de la Segunda Guerra Mundial, pero fue oscurecida por una serie de libros que acusaban al Papa de mantener silencio ante la persecución. Sus detractores insistían en que no hizo lo suficiente para evitar la entrada de los nazis en el gueto de Roma en octubre de 1943. Un total de 1022 personas fueron deportadas a Auschwitz, pero sólo regresaron dieciséis.

Ahora comprenderemos sus motivos, entre los que se señala que intentó no agravar aún más la represión y las matanzas.

El propio papa Francisco ha defendido personalmente el papel de Pío XII durante la segunda Guerra Mundial. En una entrevista concedida a La Vanguardia en el 2014, aseguraba que “al pobre Pío XII le han tirado encima de todo, pero hay que recordar que antes se lo veía como el gran defensor de los judíos”. “Escondió a muchos en los conventos de Roma y de otras ciudades italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la habitación del Papa, en su propia cama, nacieron 42 nenes, hijos de los judíos y otros perseguidos allí refugiados. No quiero decir que Pío XII no haya cometido errores –yo mismo cometo muchos–, pero su papel hay que leerlo según el contexto de la época”.

En las últimas décadas, el instituto israelí de Yad Vashem para la memoria de la «Shoah» ha otorgado el título de «justo entre las naciones» a docenas de sacerdotes, religiosos y religiosas italianos que salvaron la vida a millares de judíos durante la persecución nazi.

El proceso de beatificación de Pio XII

El Papa Pío XII murió el 9 de octubre de 1958 en Castel Gandolfo. En 1965, su causa de beatificación fue confiada por Pablo VI a la Compañía de Jesús.

Desde que en 2009 se reconocieron las virtudes heroicas del papa Pacelli y recibió el título de venerable, el proceso se encuentra congelado en Roma. Una decisión fruto en parte a las protestas de algunos autores y autoridades judías a partir de los años sesenta. Lo más llamativo es que el proceso se había iniciado con el apoyo de numerosos líderes judíos que pudieron documentar la tarea clandestina que emprendió para ayudar a los perseguidos en toda Europa.

Pío XII no solo fue defensor de la ciudad de Roma. Trabajó intensamente por la paz mundial moviendo todos los hilos diplomáticos que pudo, actuando el mismo como mediador para facilitar la reconciliación entre países.

Hoy en día son muchas las personas que le tienen devoción, le piden favores y rezan por su beatificación.