Zaqueo y Jesús
El gesto de Jesús con Zaqueo nos muestra la actitud de Dios con nosotros: no le detiene nuestro pecado sino que lo supera con amor
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¡Qué encuentro tan bonito, Jesús, el de hoy! ¡Qué encuentro tan conmovedor, tan atípico y tan sorprendente! Y cómo Tú buscas a todos los necesitados, a los más necesitados, a los pecadores… a todos. Me admiras, Jesús, ¡cómo los buscas! Hoy el personaje principal es Zaqueo, un hombre que es un jefe de publicanos. Y además es rico y nadie le quiere, porque vivía estafando a los demás. Y es odiado por toda la gente más religiosa. Pero Tú no haces acepción de personas. Oye que vienes Tú, que pasas. Oye esa Buena noticia tuya. Y te acercas. lo mismo te da que sean ricos, que sean pobres, que sean judíos, no judíos, pecadores… La suerte que tuvo Zaqueo cuando Tú, al pasar —y allí un hombre tan importante subido en ese árbol—, ahí, le dices: “Zaqueo, baja pronto, que hoy tengo que hospedarme en tu casa”. ¡Qué alegría de este hombre que va a tu encuentro y que se encuentra: “Hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Se siente acogido, valorado, querido por Jesús. Y este hombre se llena de salud, se llena de alegría. “Hoy ha entrado la salvación en esta casa”. “Este hombre es hijo de Abrahán también” porque “el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.