Madrid - Publicado el
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Dios siempre protege a sus hijos y les da fuerza para ser sus testigos. Hoy el Santoral nos lleva hasta el Martirologio Romano para conmemorar a Santa Inés. Fue dura ante el combate. Nacida el año 290, es hija de padre perteneciente al noble linaje de Clodi.
Educada en la Fe cristiana, desde pequeña sintió la llamada a consagrarse por completo a Cristo como su Esposo. Su fidelidad se puso a prueba cuando el hijo del prefecto Romano quiso pretenderla en matrimonio. Ella alega su condición de consagrada al Señor Jesús con estas palabras: “Yo amo a Cristo”.
Al delatarse como seguidora de la religión que prohibía el Imperio, será denunciada por el propio pretendiente ante su padre, motivo por el que será detenida. Cuando es conducida ante el gobernador, éste intenta persuadirla para que abandone sus creencias.
Sin embargo, ella se mantiene firme en la fidelidad al único Dios, por lo que será amenazada con ser llevada a las llamas. A pesar de todo, esto no le apartará del camino recto, asegurando ante todos que los dioses de Roma son meras estatuas de barro. Al no lograr disuadirla, el tribunal decreta que sea decapitada, sentencia que se aplicó, teniendo así ocasión de dar testimonio de su Fe con el derramamiento de sangre.
Después de recoger sus padres el cadáver y sepultarla, su hermana Emerenciana, también morirá mártir al ser apedreada, cuando rezaba ante la sepultura de Inés. Su nombre está incluido en el Canon Romano. Se le representa con un Cordero. Esto hace alusión a su nombre en latín (agnus-i) que significa cordero.