Carmen Sánchez Maíllo: docente universitaria creyente que concilia la ciencia con la fe católica

Profesora Adjunta en la Universidad San Pablo CEU, ha impartido docencia universitaria en las asignaturas de Teoría del derecho, Filosofía del derecho y Doctrina Social de Iglesia

Carmen Sánchez Maíllo: docente universitaria creyente que concilia la ciencia con la fe católica

Alfonso V. Carrascosa

Publicado el - Actualizado

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Es Profesora Adjunta de la Facultad de Derecho de la Universidad San Pablo CEU. Ha impartido docencia universitaria en las asignaturas de Teoría del derecho, Filosofía del derecho y Doctrina Social de Iglesia. Así mismo es desde 2011 Secretaria Académica del Instituto de Estudios de la Familia CEU. Su especialidad es la Teoría y Filosofía del Derecho, ámbito en el que ha generado y, como docente, transfiere conocimiento a su alumnado. Es Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1996) y Máster en Filosofía por la Universidad Francisco de Vitoria (1997-99).

Más tarde demostró su capacidad científica obteniendo su título de Doctora en Derecho por la Universidad San Pablo CEU el 25 de julio del 2006. Sus líneas de investigación y trabajo han versado sobre el autor Juan de Solórzano Pereira, los justos títulos, la ley natural, la ley, razonamiento jurídico, el concepto de naturaleza, la “Ideología de género”, el matrimonio, familia, y maternidad. Ha colaborado en varios proyectos de investigación y ha dirigido un proyecto de investigación titulado: “Ideología de género: Una mirada crítica y pluridisciplinar a la luz de la antropología diferencial” en el cual colaboraron una veintena de profesores de diversas facultades de la Universidad San Pablo CEU (2009-2012).

Algunas de sus publicaciones son El Valor de la Ley para los clásicos y en la modernidad (2007) en Revista parlamentaria de la Asamblea de Madrid; El pensamiento jurídico de Javier Hervada (2008), Seminario de Filosofía del derecho; La familia, lugar natural de ejemplo educativo (2009) Revista Punto CEU; El pensamiento jurídico- político de Juan de Solórzano Pereira” (2010), EUNSA; La ideología de género en los libros de texto de la asignatura de educación para la ciudadanía (2010), CEU Ediciones; Acerca del valor de la ley, (2010) en Revista Dikaion; La ideología de género: Apariencia y realidad. Ideología de género: Naturaleza humana versus convención” (2011), CEU Ediciones; La deconstrucción familiar: la diferencia prohibida (2011) CEU Ediciones; La familia educadora del ser humano (2011), CEU Ediciones; Las negaciones de lo humano presentes en la Ideología de género (2012), Universidad de Navarra; La mirada de Juan de Solórzano sobre las virtudes políticas (2013) EUNSA; Matrimonio y Familia en España: Crónica de una disolución anunciada (2013) Dykinson.

Ana Campos en el podcast sobre Doctrina Social de la Iglesia producido por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala llamado ‘Luz del Mundo’ (02/12/2022) le hizo una entrevista para profundizar en qué puede aportar el Magisterio Católico a la vida en familia, en la que Carmen dijo cosas como las siguientes:

Decía san Juan Pablo II que cada uno somos «únicos e irrepetibles». ¿Qué significa?

Desde la antropología y la teología cristiana, esto significa que cada uno de nosotros es querido por sí mismo y absolutamente diferente a los demás, desde la concepción –ya ahí tenemos un ADN distinto– hasta la muerte natural. ¿Cómo se conecta esto con la familia? Porque la familia es el lugar donde se nos acoge de esta manera, y donde se nos quiere tal y como somos, en nuestra unidad e irrepetibilidad.

En su capítulo del libro «La familia: un lugar para nacer y morir» apunta que hoy muchas personas atraviesan una crisis de madurez «por no saberse hijos». ¿Por qué?

Porque como hijos vemos que nuestros padres se han entregado por nosotros, y gracias a su entrega podremos entregarnos nosotros. Gracias a ellos seremos capaces de ser generosos, podremos dar gracias si otros han actuado con nosotros con gratitud. Sabernos hijos es una necesidad; no somos absolutamente independientes ni venimos de la nada. Es la teología de ombligo: mirándolo nos damos cuenta de que venimos de alguien. De unos padres biológicos y, en el caso de los cristianos, también entendemos que venimos de Dios Padre, que nos ha creado. Sabiéndonos hijos seremos mejores padres.

¿Hay alguna diferencia entre la paternidad o la maternidad cristianas con el resto?

La paternidad y la maternidad son hechos biológicos, naturales; es un deseo que está en el corazón del hombre. La diferencia en el cristianismo es que entendemos el matrimonio y la vida familiar como una vocación, llena de esperanza y de sentido. Hay un plan de Dios. Por eso la Iglesia reconoce la unión matrimonial como indisoluble –querer a otra persona toda la vida y con exclusividad–, y recomienda que esté abierta a la vida, dentro de una paternidad responsable. No es una imposición, sino un reconocimiento de que es aquello que va a constituir la felicidad del hombre. De que es la vida grande a la que estamos llamados.

¿El orden de importancia es Dios-cónyuge-hijos?

Por supuesto, desde la teología y la antropología, el primero es Dios Padre. En el orden familiar, lo primero es el cónyuge –el marido o la mujer–, y fruto de ese amor nacen los hijos. Por supuesto, el cuidado de los hijos te absorbe, pero hay que reservar tiempos para cuidar el matrimonio, que es el pilar de la familia. Además, los hijos necesitan que los padres se quieran y respeten: eso forja muchísimo su seguridad, su estabilidad y su personalidad.

¿Nos recomienda algún documento de la Iglesia para profundizar en estos temas?

Tenemos la Humanae Vitae, de Pablo VI, o muchos textos de san Juan Pablo II, que es el gran profundizador sobre el matrimonio y la familia. Además de la encíclica Familiaris Consortio, tenemos la Carta a las familias y muchas de sus homilías: un enorme tesoro de conocimiento.

En su propia experiencia como madre de familia numerosa, ¿qué le ha ayudado a vivir mejor la vocación familiar?

Vivirlo con otras familias –quizá más mayores que nosotros– que testimoniaban su alegría y esperanza. El magisterio de la Iglesia nos recomienda vivir en comunidad, y en mi experiencia no es adecuado que una familia viva sola, concentrada en su pequeño núcleo. Además de la familia extensa –tíos, abuelos…– están los amigos, la comunidad de familias que ayudan a otras familias y comparten anhelos, alegrías y preocupaciones.

El Secretariado Nacional de Familia y Vida del CEU tiene como objetivo difundir la maravilla de la vida en familia y el milagro de la vida desde todos los puntos de vista (antropológico, político, económico, educativo…). La sociedad evoluciona a pasos agigantados, lo que hace necesario actuar de manera inmediata y decidida ante los nuevos retos, que ponen en peligro la institución de la familia, y el derecho inalienable de la vida. Hoy estamos ante ese tiempo de reacción y no de lamentos; apostamos por el mejor futuro posible para nuestra sociedad.

Otro claro ejemplo, el de Carmen Maíllo, sobre conciliación ciencia-fe católica, compatible con la femineidad y maternidad sin renunciar al cristianismo, en pleno sigo XX.