Una salida a la trata: de víctimas a supervivientes

Esta semana, en la memoria litúrgica de santa Josefina Bakhita, celebrábamos la décima Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata, que es una auténtica lacra. Y es que quienes la padecen pierden el derecho a ejercer sus derechos, a delinquir incluso por el beneficio de terceros. Personas que se convierten en mano de obra, en objetos sexuales, una auténtica llaga en el cuerpo de Cristo.

No solo, pero muchas de esas víctimas son mujeres, especialmente vulnerables que vienen a nuestro país o a otros, huyendo de una situación dramática de sus destinos de origen, lo que hace que caigan fácilmente en redes de trata y de explotación sexual. En este sentido, gracias en parte al trabajo de organizaciones y congregaciones religiosas encuentran una salida y así las víctimas pasan a ser supervivientes.

Me acordaba esta semana del último libro del padre José Manuel Horcajo, el párroco de san Ramón Nonato en el barrio de Vallecas, titulado ‘Diamantes tallados. Historias de mujeres luchadoras’ en el que relata la historia de siete de ellas, cuyas vidas reflejan esos duros golpes de la vida. Todas ofrecen su testimonio de lucha por la supervivencia y tienen un hilo conductor, la mano de Dios. Muchas de ellas tuvieron que despojarse de su dignidad para sobrevivir.

En estas historias aparece el cuerpo de Cristo lacerado, ultrajado, pero como fuente de salvación.

Todas esas historias de vida y tantas que podrían sumarse como consecuencia de esta depravación que es la trata, son un reflejo de la crudeza del pecado del mundo. Aunque hoy, a través de este libro, editado por Palabra, quiero quedarme con la esperanza de esas vidas rescatadas a través de la acción del Espíritu Santo. Personas que pesar de tanto dolor han descubierto la presencia de Dios y han comprendido el sentido de su existencia al reconocer en cada puerta que se les abría, en cada oportunidad, ese amor sanador. Todas ellas son ahora un resplandor en la oscuridad.