Buenas noticias para el único convento de Sevilla que no fue ocupado por las tropas francesas en el siglo XIX

El convento de Santa Clara de Sevilla, ubicado en el centro de la capital andaluza, experimentará importantes mejoras gracias a los 290.000 euros que el Ayuntamiento de Sevilla invertirá para la conservación y mantenimiento del sector sureste del claustro del convento, cerrado en la actualidad por motivos de seguridad.

Una actuación que se unirá a los trabajos que se están desarrollando en la Torre Don Fadrique del edificio y de la iglesia.

En el sector sureste del convento de Santa Clara se retirarán los escombros que generaron el derrumbe y se desmontará el resto de la cubierta para poder instaurar una nueva estructura de madera. El proyecto de intervención incluye también la limpieza y desbroce de los patios de este sector y, la ejecución de una nueva red de saneamiento para la correcta evacuación de agua de lluvia en esta zona.

La historia del convento de Santa Clara, una de las joyas de Sevilla

Santa Clara es un antiguo convento que se reconvirtió en un centro cultural. En 1998 fue abandonado por las Clarisas franciscanas, que se trasladaron al convento de Santa María de Jesús, pasando el edificio a ser propiedad del Arzobispado de Sevilla.

Se trata del primer convento de esta orden que fue fundado en Sevilla y dedicado a Santa Clara de Asís. En 1289 fue fundado oficialmente con la generosa donación del rey Sancho el Bravo, otorgando unos terrenos a la orden. Dichos terrenos habían pertenecido anteriormente al Infante Don Fadrique, que murió algunos años antes. Aún se conserva su torre llamada Don Fadrique en su honor.

En el siglo XIX fue el único convento que no fue ocupado por las tropas francesas durante la revolución Ya en el siglo XX, fue declarado monumento nacional, en 1970.

Santa Clara fue sometido a una primera restauración que terminó en 2011. Esta primera fase ha descubierto murales de gran interés y el edificio se convirtió en un centro cultural.

La entrada principal del convento fue colocada originalmente en la calle Santa Clara, donde a través de un paso estrecho se puede llegar en frente de la iglesia. Esta consistía en una nave cubierta con un artesonado de madera, un coro alto y bajo y un presbiterio poligonal que es cubierto con una nervadura gótica de piedra.

El retablo mayor es una preciosa obra que se remonta a el 1621, pero fue reconstruido más veces a lo largo de los siglos, lo que llevó a cambios de sus representaciones religiosas. Su forma se adapta a la forma poligonal del ábside.