EVANGELIO DEL DÍA

Evangelio 26 diciembre: "El que persevere hasta el final se salvará"

San Mateo 10, 17-22

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Evangelio 26 diciembre: "El que persevere hasta el final se salvará"

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El Evangelio del día 26 de diciembre de 2018 con las lecturas de hoy:

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10,17-22:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará".

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6,8-10;7,54-60:

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios".

Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu".

Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado".

Y, con estas palabras, expiró.

Salmo 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio, 

un baluarte donde me salve, 

tú que eres mi roca y mi baluarte; 

por tu nombre dirigeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu: 

tú, el Dios leal, me librarás. 

Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. 

Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen; 

haz brillar tu rostro sobre tu siervo, 

sálvame por tu misericordia. R/.

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